CINE Y PEDIATRIA 7

264 publicado: sábado 19 de noviembre de 2016 Cine y Pediatría [358] experiencia (su padre pasaba mucho tiempo fuera de casa y no le prestó excesiva atención en la infancia, lo que le ocasionó un acusado miedo al abandono), aunque también recoja el testigo de cineastas de su país que supieron encontrar en la familia el germen de múltiples historias posibles, no por comunes menos conmovedoras, como Cuentos de Tokio (Yasujiro Ozu, 1953) o de entornos cercanos como El camino a casa (Zhan Yimou, 1999 [Cine y Pediatría 148]). La película comienza con el aviso del tifón número veintitrés del año en la isla. Una abuela y su hija hablan de dos figuras ausentes: el abuelo difunto y el hermano recientemente divorciado, dos figuras de fracaso masculino en sus entornos familiares. Es tan así que la abuela (excepcional Kilin Kiki, en su mejor interpretación tras Una pastelería en Tokio , de Naomi Kawase [2015]) reconoce sentirse feliz de haberse quedado viuda y le dice a su hija: “Tener más amigas a mi edad significa ir a más entierros”. Y a partir de ese momento la película tiene dos marcadas partes, casi simétricas en su duración: una de presentación de todos los personajes de la familia y otra (pletórica) centrada en el pequeño apartamento durante una noche en la que transcurre el tifón. Una colisión de dos tormentas, la meteorológica y la familiar, difícil cometido solventado con ingenio a través de un buen guion y una buena dirección de actores. En la primera parte la historia se centra en el hijo y hermano, Ryota (Hiroshi Abe, visto en Kiseki/Milagro ), un escritor venido a menos (realmente solo escribió una obra, titulada “La silla vacía”) que se gana la vida como detective privado algo corrupto para sacar un dinero extra para intentar llegar a final de mes y aun así no lo consigue, pues el juego y las apuestas pueden más que él. Intenta ocultar su fracaso de vida ante su bella exmujer Kyoko (Yoko Maki, vista en De tal palo, tal hijo ), su hijo de once años Shingo (al que no paga la pensión alimenticia), ante su hermana (con la que tiene una relación tórpida y que le echa en cara que no utilice los recuerdos familiares en sus escritos, pues “los recuerdos de nuestra familia son de todos, no te pertenecen” ) y ante su madre (a la que intenta robar dinero). Su madre le dice “Mentir se te da fatal. No te pareces a tu padre” . Y él se defiende como puede: “Soy de los grandes talentos que tardan en despertarse” . Pero él sabe que es un perdedor y llega a escribir en un papel: “¿Cómo ha podido mi vida llegar a esto?” . Para que las cosas vayan peor descubre que su exmujer tiene

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