CINE Y PEDIATRIA 7
270 publicado: sábado 26 de noviembre de 2016 Cine y Pediatría [359] años… Lo primero que pensé al ver a mi padre fue: la he cagado, este no es Voltaire”. Tristán disfruta de la buena vida que sus padres de clase media han construido para él y nos recuerda que “Mi madre se empeñó en llevarme a un colegio francés…” o cuando a su padre le iba bien en los negocios: “En momentos así, fingimos ser felices” . Tristán parece que necesita resolver urgentemente que todavía es virgen, lo que no sería demasiado grave si no fuera porque quiere ser escritor, y como le dice un amigo: “O sea, que sigues siendo más virgen que el Niño Jesús” . De hecho, ya ha empezado a escribir su primera novela, cuyo título provisional es “Mi vida sexual”, y tiene claro que un escritor no puede hablar de cosas que no conoce. Aconsejado por su amigo Aitor, primero lo intenta con una mulata a la que alquila sus servicios por teléfono, pero sus grandes amores son en realidad su prima María (Lucía Jiménez), un poco mayor que él, e Isabelle (Isabel Otero), su profesora de francés, por la que siente verdadera fascinación, si bien es mucho mayor que él, y quien aconseja a sus alumnos: “Estáis dejando de ser niños. Y solo os quedan dos opciones: ser adultos inteligentes o ser adultos imbéciles” . Pero estas tribulaciones se convierten en banales cuando todo cambia para él en un momento. Y es cuando sus padres se van a París una semana, a cumplir con su viaje de novios pendiente, después de veinte años de casado, y en ese viaje fallecen en un accidente y es que estaba escrito que no verían París. Y todo se desmorona. Y a partir de ahí aprenderá a entender que sobrevivir tiene a veces mucha más importancia que vivir. Y lo hace junto con su abuelo, un sabio en la vida como todos los abuelos, si bien resentido con lo vivido y por ello nos regala reflexiones así: “Cada día que pasa, tengo más pruebas de que Dios no existe…” o “París no existe. Es una cosa que han invitado los franceses para que vayan los turistas” . Un abuelo que duerme con mascarilla de oxígeno por su enfermedad pulmonar obstructiva crónica, que se acuesta con un micrófono conectado con la habitación del nieto, que le gusta el vino (aunque no le dejan beber), que echa de menos el pueblo, que tienen que aprender a vivir solo con su nieto y juntos. “Yo no creo en eso de la resurrección. Pero si ocurre, que me pille cerca de tu abuela” , le dice a su nieto cuando regresa al pueblo un fin de semana. Y entonces es cuando se muere… con la foto de su mujer entre las manos.
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