CINE Y PEDIATRIA 7
56 publicado: sábado 23 de enero de 2016 Cine y Pediatría [315] no quiero que me dejen mucho tiempo en mal estado, ¿me entiende doctor?” ), como la decisión de no reanimar ( “¿Crees que tenemos tiempo de leer los informes? Tenemos que tomar decisiones” , dice un médico del equipo de la Unidad de Cuidados Intensivos) o la adecuación del esfuerzo terapéutico, con la mejor gestión posible de los denominados cuidados paliativos. • El conocer en primera mano ese estado anormal del cuerpo y el alma llamado guardias médicas ( “Eso son 58 horas de guardia… ”, comenta un residente extranjero), los días y las noches eternas, la llamada del busca a medianoche cuando uno intenta despertar en esas habitaciones tan peculiares de los residentes (casi nunca razonables para el descanso). Porque en la película son residentes en el más amplio sentido de la palabra, médicos que viven en el hospital, como era hace mucho tiempo en España y como aún ocurre excepcionalmente. Quien no se ha tenido que enfrentar a las guardias médicas no podrá entenderlo bien… • El vivir las huelgas hospitalarias, el enfrentamiento con la dirección ( “El gerente antes estaba en Amazon… y ahora nos quiere gestionar en el hospital” ), los servicios mínimos, la angustia de gestionar las camas libres… • Las horas de estudio en casa… porque el trabajo no termina nunca en el hospital. No es de extrañar que Benjamín llegue a exclamar: “Creo que lo voy a dejar. No estoy hecho para esto. Es una locura. Ser médico no es un trabajo, es una especie de maldición” . Y desesperado ante la injusticia, se emborracha y le atropellan. Entra en crisis, esa crisis que surge
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