CINE Y PEDIATRIA 8
162 Cine y Pediatría [386] H oy regresa una nueva película en blanco y negro a Cine y Pediatría . No son muchas, pero todas son excepcionales, pues llevan la garantía de haber pervivido en la categoría de mitos del séptimo arte. Valga citar algunos ejemplos: El chico (Charles Chaplin, 1921 [Cine y Pediatría 165]), Freaks (Tod Browning, 1932 [Cine y Pediatría 84]), La noche del cazador (Charles Laughton, 1955 [Cine y Pediatría 92]), El cebo (Ladislao Vajda, 1958 [Cine y Pediatría 264]), Los 400 golpes (François Truffaut, 1959 [Cine y Pediatría 80]), Los golfos (Carlos Saura, 1959 [Cine y Pediatría 362]), Los chicos (Marco Ferreri, 1960 [Cine y Pediatría 302]), Matar a un ruiseñor (Robert Mulligan,1962 [Cine y Pediatría 40]) o Del rosa al amarillo (Manuel Summers, 1963 [Cine y Pediatría 352]). Y hoy llega una más, de la mano del movimiento cinematográfico conocido como Neorrealismo italiano y que apareció a mitad del siglo XX como consecuencia de la posguerra, de manera que, al estar los estudios destruidos por los bombardeos, los directores de cine sacaron las cámaras a las calles “ Alemania, Año Cero ” , el deterioro moral de la infancia publicado: sábado 03 de junio de 2017
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