CINE Y PEDIATRIA 8

16 línea de las situaciones que van cambiando tan deprisa con su edad y con sus cortos ciclos de vida. El pediatra crece y evoluciona con esta infancia y adolescencia. Los problemas de la niñez son muy diferentes según los países y regiones del mundo, según las áreas urbanas y rurales, según los países sean de los llamados en vías de desarrollo o desarrollados. Y así, intentamos en nuestra profesión ver la vida con la sabiduría de los ancianos, pero con los ojos de los niños. La Pediatría es ciencia, arte y hasta magia. No se orienta solo a un sistema u órgano o a un grupo de enfermedades. El pediatra trata de brindar cuidados a la salud, conservarla, rehabilitarla, desarrollarla y así garantizar la supervivencia de la especie humana. Quienes nos dedicamos a la Pediatría, lo hacemos por el amor a los niños y sus familias y nuestro quehacer diario se basa (o se debería fundamentar) en cuatro aspectos: el hábito por el cambio, la medicina basada en evidencia (no en autoridad), pensar en procesos y sistemas, así como en el aprendizaje compartido (todos aprendemos de todos, en todas direcciones). Y quizás el proyecto Cine y Pediatría –y ese octavo libro que hoy prologo– sea una posibilidad del aprendizaje compartido en nuestra profesión. Un aprendizaje compartido en el séptimo arte, conociendo que hay muchos tipos de películas: de ciencia ficción, históricas, comedias, musicales, policíacas, románticas, y un largo etcétera. Películas que nos enseñan y que enseñan, y que pueden ser pedagogía en las escuelas de todos y a todos los niveles, incluyendo universidades. Así pues, vemos al cine como un medio educativo. Se ha escrito mucho sobre los libros y películas que uno puede perderse o dejar de leer o ver antes de morirse. Los libros y las películas pueden ser o son reflejo de épocas, modas,

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