CINE Y PEDIATRIA 8
256 Cine y Pediatría [402] 94 minutos de una honestidad brutal, donde el espectador se sumerge en la agridulce historia de Frida, alter ego de la cineasta, y el complicado proceso de adaptación a su nueva familia adoptiva. Nos confiesa Carla Simón que se inspiró en varias películas, la mayoría ya en la familia de Cine y Pediatría : por orden cronológico se inspiró en Ponette (Jacques Doillon, 1996), esa niña de cuatro años que pierde a su madre, pero también en El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973 [Cine y Pediatría 60]) y Cría cuervos (Carlos Saura, 1975), dos icónicas películas españolas con una misma protagonista como niña, Ana Torrent; y también reconoce influencias de El País de las Maravillas (Alice Rohrwacher, 2014 [Cine y Pediatría 269]) y de La niña santa (Lucrecia Martel, 2004 [Cine y Pediatría 170]). Sea como sea, Verano 1993 entra ya como imprescindible en las películas sobre la niñez , importantísimo periodo en la vida de todo ser humano. Y conseguirlo con un cine honesto libre de artificios, donde las dos niñas nos regalan todo un recital interpretativo en el que abunda la naturalidad de los gestos y los diálogos improvisados, un escenario donde reina la espontaneidad y la complicidad infantil, pero también los celos y las preguntas por responder. Este es el Verano 1993 de Carla Simón. Un verano que los pediatras recordamos perfectamente , donde el sida campeaba a sus anchas y nosotros nos debatíamos cuidando a los hijos e hijas de madre VIH+. Han pasado casi 25 años, ha avanzado la medicina y, hoy, por fortuna todo lo anterior se antoja en nuestro primer mundo como una publicado: sábado 23 de septiembre de 2017
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