CINE Y PEDIATRIA 8
260 Cine y Pediatría [403] triángulos generacionales que se entrecruzan; en Huevos de oro , un falo con una cruz en aspa, como corresponde al chulo protagonista con las cuatro mujeres que atraviesan su vida; y en La teta y la luna , un triángulo, los tres vértices masculinos, cuyo interior contiene el óvalo de la mujer, la esposa, la amante, la madre. Es La teta y la luna un retrato surrealista, onírico, mágico, escatológico y no desagradable. Es un cuento –lo contrario a una pesadilla– puramente mediterráneo, donde se entrecruzan vida, tierra e infancia. Una historia contada a través de los ojos de un niño destronado, de su complejo de Edipo: por tanto, con referencias tanto freudianas como fellinianas , donde dar el pecho es amor puro y donde Tete le pide a la luna encontrar ese amor. Hasta el mismo nombre del niño, Tete, es un juego de palabras, pues ese niño está obsesionado por la teta. “Me llamo Tete y soy enxaneta… Estaba a punto de tener un hermanito. No me hacía ninguna gracia”. Con esta voz en off se nos presenta Tete, un niño de nueve años (Biel Duran, quien se daría a conocer principalmente años después en Más pena que gloria [Víctor García León, 2001]), que está triste y deprimido por dos motivos: como enxaneta, no logra nunca llegar a coronar el castillo, y como hermano mayor, se ve desplazado por su hermanito. Sus continuas reflexiones en off así lo expresan: “Todo eran feos, pero mi hermano era el peor. Y encima le habían puesto una barretina, y no una boina como el abuelo” , “Estaba claro que solo le querían a él. Era un monstruo… No entendía como yo tenía que tomar leche de vaca y el monstruo tomaba leche de la teta… Estaba decidido, me buscaría una teta para mí solo” . publicado: sábado 30 de septiembre de 2017
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