De la ternura tambien se sale. 2ª edición
[ 129 ] Polvos contados En la aldea no somos de airear lo que comemos. Somos de dieta mediterránea, contamos las verduras y el pescado pero nos callamos el morro, los callos, el chorizo... A ti no te gusta que yo ponga en la calle lo que ocurre entre nosotros, no te gusta que hable de eso más que contigo. Pero has de reconocer que te gustan los polvos contados . No amor, no me estoy refiriendo al erotismo verbal, al sexparchís (una buena tirada y cuentas veinte). A ti te gustan los polvos que se pueden contar. Tampoco me refiero al sexo que invade la ribera, que se sale de los cauces... ¡soberbio en ciertos lances! Estoy diciendo que a ti te gustan los polvos que se pueden contar, cada poco, con los dedos de las manos, a los usados, antes de perderse para siempre . Tú eres muy de ábaco para casi todo: ¡las cuentas claras!, con especial fijación en la cuenta que hace caja. A mí, más que preguntarte, me gusta mirarte y leer cuanto se te ve en la cara, cuanto abrigas bajo la enagua. O mal e o ben a cara se vén, decía mi madre, ¡que diferente eres de mi madre! Los demás, en mi aldea, no ven lo que yo veo, lo que mi mirada entiende, y eso que están muy pendientes de ti, no se explican muchas de tus costumbres, ni traducen tus mensajes corporales, pero es porque
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