De la ternura tambien se sale. 2ª edición
[ 142 ] Derechos adquiridos Ella le escribía versos y él se acostumbró indolente a leerlos cada día con pasión disimulada. Una mañana él se fue con las cigüeñas dejando el nido como único testigo de un tiempo compartido, de una pasión que emigró en busca de un humedal más cálido. Blindó su cuenta, la borró de amiga, dejaba claro que de su futuro no habría noticia. Pero cada noche, cuando todo dormía, él regresaba a buscar su poema y se enojaba si ella faltaba a su cita desconocida. Meses, años... ella escribía cada día su poema, desgranaba sus sueños en versos inflados de amor y de pájaros que vuelven a reparar sus nidos y a veces sirenas de barcos que abandonan el puerto para no volver.
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