TODAS LAS FORMAS DE DECIR TU NOMBRE

[ 186 ] [ 187 ] miedo a la guardia civil, miedo al alcalde, miedo al juez, miedo al vecino de falange. Y amenazan con volver a traer el miedo, porque se resisten a perder estribo, retener el sueño de sus antepasados, gobernar un pueblo acojonado que tenga miedo a vivir de pie a morir de pie, a querer de pie, a soñar de pie, aunque no dudaron en romperle las piernas y volarle la cabeza para verle de rodillas, con la frente caída y el pañuelo entre las manos. Tu y yo, amor, ya no tendremos miedo: bésame de pie, intensamente. Dos orillas Somos como dos orillas y en medio, el río de la vida pasa sin pararse a dar noticia de su curso. De vez en cuando, un remolino, una ruidosa cascada, un remanso para reflexionar. Las orillas se aman en secreto, –solo lo clandestino es libre– en las catacumbas, por debajo del agua y de la tierra, como los chopos, los abedules, los fresnos, los sauces, las mimbreras, las zarzamoras... que extienden sus raíces en la ribera, las tejen con historias y rumores de sueños, lamentos, lágrimas, hojas muertas, cantos de pájaros que hacen el amor y el nido con polluelos en sus ramas. Las orillas sentimos cosquillas que nos bajan por las piernas cuando nos miramos a los ojos por encima del caudal y a veces, cuando el agua caprichosa ajena a nuestra pasión lo consiente, podemos ver el puente y entonces,

RkJQdWJsaXNoZXIy MTAwMjkz