TODAS LAS FORMAS DE DECIR TU NOMBRE

[ 50 ] [ 51 ] les dieron la espalda, o miraban a su través como si cristalizaran transparentes. Suso hablaba de una vida de pobreza y trabajo agotador antes de un ingreso forzado en Conxo, que le separó de su esposa embarazada y de los cinco hijos ya nacidos con sus nombres. Llegó el día grande de Galdós y la caridad tocó el alma del loquero y pudo conocer tras el encierro, con doce años de retraso, al pequeño de sus seis hijos. Ahora ayuna de medicación, abandonado, y proclama que “hay que morir pequeño para tener la eternidad”. José habla de una mujer, su santa, a la que sorprendió enloquecida en otros brazos, para evitar la condena y el presidio cierto, se mudó a la locura donde buscó acomodo y anda de pueblo en pueblo, cada día, buscando a la que amó, en otros cuerpos. Amor, si la enfermedad y el delito nos hacen más iguales ¿por qué el manicomio y la prisión están llenos de pobres?, ¿por qué la fortuna cambia la etiqueta de loco por artista o la de ladrón de oficio por experto financiero...? Dímelo, amor, si tú lo sabes. La bandera blanca Añoro, amor, el tiempo en que sentíamos la condición de estado independiente, con un territorio definido, con fronteras impermeables al desaliento, al desaliño, a la mala educación... Esa pequeña isla, del tamaño de la tela de tu tanga, se transformaba en península, al capricho de la luna, con la marea baja. Imitábamos a los delfines, que en sus juegos se acercaban a saludar el desayuno y a bailar con la música de nuestros himnos, con la canción que para tu querida señora madre compuso para mí un amante tuyo del Poble Sec. Y a pesar de nuestro patriotismo estábamos orgullosos de esa tela blanca, perfumada cada día con las lágrimas de gozo de dos cuerpos, en su lucha por fundirse en uno solo. La enjuagábamos en el agua de la fuente cada día

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