TODAS LAS FORMAS DE DECIR TU NOMBRE
[ 85 ] Ni pagando el doble... besan con amor Tras años en el lado épico de las profesiones de la salud, estos días pasados he ocupado el lado dependiente que le da sentido a la “industria” de los cuidados de la salud. La dimensión económica de este sector es impresionante y explica el abordaje planificado para conquistar su control por parte de la buitrera banquera: no quieren sanidad privada, quieren el control del presupuesto público destinado a esa cobertura ¡y decidir qué servicios devuelven a cambio! Pero no quería hacer notar esa práctica caníbal, sino algo más bello: las “profesiones vocacionales” (el término se me queda escaso) requieren una especial disposición para una práctica en la que no es suficiente la acumulación de conocimiento y técnica sin un plus de aporte pasional, de enajenación en los demás, de estar hecho con el material con que se hacen las buenas personas, de generosidad no compatible con el Excel, de una forma de mirar “360 grados” que cambia la manera de sentirse cuidado que solo apreciamos cuando dependemos. He trabajado algunos años en instituciones sanitarias, algunas escasamente permeables a las miradas poliédricas de la sociedad, y sé lo fácil que resulta justificar prácticas que la caridad debiera haber expulsado de esos espacios. El cansancio, los recursos escasos, las condiciones en que se tienen que atender demandas no dimensionadas, el escaso
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