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EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

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la excepción de la Alianza para el Pacífico. En

cambio, en relación con la UE, en el ámbito de los

tratados comerciales mencionados más arriba,

UE-México, UE-Mercosur y UE-Chile, sí se ha pro-

ducido una reactivación importante. La UE, con

España a la cabeza, ha seguido enviando señales

a la región de que América Latina importa, con

independencia del cambio de ciclo electoral.

Este relativo debilitamiento de las arquitecturas

regionales y multilaterales tuvo uno de sus expo-

nentes en la suspensión de la III Cumbre CELAC-

UE prevista en San Salvador para octubre de 2017,

y su aplazamiento para 2018, mayormente debi-

do a la crisis de Venezuela. Un elemento común y

transversal al periodo reciente es el factor divisivo

del “chavismo” del presidente Nicolás Maduro y

la crisis venezolana, agravada tras la disolución

del Parlamento y la creación de la Asamblea

Constituyente y la convocatoria de elecciones

para mayo 2018. La polarización se ha hecho

sentir en reuniones y foros regionales –enfren-

tando a Caracas con el Mercosur, Unasur, y la

OEA, por ejemplo–; en los procesos electorales

en países vecinos como Cuba o Colombia y tam-

bién en la relación con la UE. Bruselas mantiene,

como nueva “posición común” de los socios co-

munitarios, unas sanciones a altos cargos del ré-

gimen de Maduro desde principios de 2018 que

se vienen a sumar a las adoptadas de noviembre

de 2017. Europa afronta una difícil perspectiva

tras el fracaso de la mesa de negociación encabe-

zada por el expresidente español Rodríguez

Zapatero. A corto plazo, no parece haber otra vía

que mantener la presión vía sanciones selectivas,

y fomentar el dialogo a pesar de los reveses; pero

lo más importante es, con España a la cabeza,

concitar activamente masa crítica y diplomática

regional (CELAC, Unasur) para evitar el escenario

de guerra civil abierta y crisis humanitaria. Por

otro lado, en relación con Cuba, la acción euro-

pea se mantiene firme en los términos del

Acuerdo de Diálogo y Cooperación, mientras en

abril de 2018 se produce el recambio de Raúl

Castro. Bruselas, con el apoyo decidido de la di-

plomacia europea y la alta representante, se

mueve aquí en la dirección de incentivos positi-

vos para avanzar en la eficiencia económica y

cierta apertura política.

Dilemas de la ampliación: Balcanes y

Turquía

Finalmente, en un contexto de

brexit

, euroes-

cepticismo y repliegue nacionalista generaliza-

do, es preciso destacar la importancia que ha

vuelto a cobrar la cuestión de la ampliación a la

vecindad, una cuestión que se ha reabierto en

dos frentes: Balcanes Occidentales y Turquía. 

Respecto a la cuestión de los Balcanes, la

Comisión Juncker, a pesar de comenzar su man-

dato descartando cualquier posibilidad de nue-

vas ampliaciones debido a la crisis y una cierta

“fatiga”, posteriormente efectuó un giro radical.

Ello ha sido así hasta el punto de, en febrero de

2018, la Comisión Europea manifestara su deter-

minación de extender la Unión a los seis países de

Balcanes Occidentales antes de 2025: Serbia,

Montenegro, Bosnia-Herzegovina, Macedonia,

Kosovo, y Albania. Ahora bien, han surgido vo-

ces que, en vista de experiencias pasadas, piden

que la nueva Estrategia para los Balcanes modu-

le cuidadosamente los tiempos y las condiciones

del proceso de adhesión. Ciertamente, dicho

proceso llega en un momento extremadamente

delicado de redefinición del proyecto europeo.

Además, resulta problemático en sí mismo en

muchos frentes, por ejemplo: reformas econó-

micas pendientes, persistencia de altos índices

de corrupción, disputas internas entre países del

área, derechos humanos, o incluso el no recono-

cimiento de Kosovo por parte de cinco países de