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EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

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de dejar el tema en manos de las autoridades

nacionales (prueba de las diferencias culturales

existentes entre los países del Este y la Europa

Occidental). En lo que respecta a asuntos ener-

géticos, amplias mayorías en los dos países se

mostraron a favor de acuerdos nacionales, aun

cuando su dependencia energética es muy alta.

Por otro lado, los españoles (67 %) e italianos

(64 %) fueron los que más se posicionaron a

favor de una mayor coordinación de la política

energética, seguidos por holandeses (54 %),

franceses (53 %) y alemanes (52 %).

Las competencias en la lucha contra el des-

empleo juvenil son un asunto controvertido. En

algunos países con altas tasas de paro juvenil,

como España e Italia, la mayoría se muestra a

favor de una solución europea, mientras que

Francia lo ve como un tema nacional. Los ciuda-

danos de Países Bajos, Suecia y la República

Checa, donde este tipo de desempleo es prácti-

camente inexistente, también son partidarios de

que sea una competencia nacional. Sin embar-

go, y a pesar de que tampoco es un problema

que les afecte especialmente, algunas voces se

alzan a favor de una política común al respecto

en Alemania y Eslovaquia. Parece que los alema-

nes son conscientes de que su fortaleza econó-

mica no puede durar si otros Estados miembros

importantes atraviesan por dificultades.

Dicho esto, el rechazo es palpable a la hora

de llegar a un acuerdo para ampliar las compe-

tencias de la UE en temas como la soberanía

presupuestaria y los sistemas sociales. No hay

una mayoría a favor de la integración de la po-

lítica financiera en ninguno de los ocho países.

Los checos (80 %), eslovacos, alemanes y fran-

ceses (con un 70 % de votos cada uno) son los

más escépticos. Los que más abogan por un

cambio en competencias son los italianos (con

un 36 % de votos a favor) y, sobre todo, los es-

pañoles (con un 44 %). Tampoco hubo mucho

apoyo para darle a la UE competencias sobre

prestaciones por desempleo. Solo en España

hay una mayoría pírrica que sueña con una so-

lución europea al respecto.

Los resultados son parecidos en las políticas

de pensiones. En seis países, los que se mues-

tran a favor de mantener el control nacional son

clara mayoría (con porcentajes que van desde el

58 al 67 %). Solo España e Italia (con un 53 %

de los votos) se muestran a favor de transferir

competencias a la UE en este campo.

Sin embargo, el interés por buscar solucio-

nes a nivel europeo ha crecido algo (hasta en

temas ligados a políticas sociales o presupuesta-

rias). El caso de Alemania, donde la oposición es

cada vez mayor, es una clara excepción. Parece

evidente que las políticas sociales y presupues-

tarias son los límites que marca Alemania a la

hora de conservar sus niveles de prosperidad.

Aceptación de las normas europeas

La cohesión de la UE está basada, en gran parte,

en una serie de normas comunes. Las principa-

les son la democracia, el estado de derecho y el

respeto a los derechos humanos, pero también

la libre circulación de personas, bienes, servicios

y capital. El derecho a la libre circulación de per-

sonas ha sido siempre el foco de todos los de-

bates, y volvió a saltar a la palestra con el

brexit

.

De hecho, fue la razón por la que muchos britá-

nicos votaron por dejar la Unión.

Afortunadamente, la situación no se replicó

en otros países. El porcentaje de ciudadanos

que se muestra a favor de la libre circulación de

personas, actualmente un 57 %, se mantiene

constante con respecto al 2015. Sin embargo, un

tercio de los encuestados afirma que los Estados

miembros de la UE deberían tener derecho a

restringir el número de trabajadores procedentes