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Hace cuarenta años la mayoría de los países ri-

cos de Europa se mostraba satisfecha con la dis-

tribución de las oportunidades materiales en sus

sociedades. Sin duda, la desigualdad estaba al

orden del día y algunos sectores de la población

continuaban sin poder participar verdadera-

mente de la creciente prosperidad nacional. No

obstante, se confiaba en poder responder cada

vez mejor a la demanda de “bienestar para to-

dos”. Los países menos favorecidos de la perife-

ria meridional de Europa e Irlanda se percibían

poco a poco sobre la senda de la convergencia

con sus vecinos más ricos. La población de los

países del este soñaba con enriquecer sus es-

tructuras de distribución igualitarias con la pros-

peridad de sus vecinos occidentales.

La realidad fue otra. En algunas de las socie-

dades ricas (no en todas) la desigualdad y la po-

breza registraron un fuerte incremento. Los paí-

ses más pobres fueron ganando terreno en

cuanto a renta per cápita, pero ello no hizo dis-

minuir la desigualdad, que de hecho se acen-

tuaría en parte en las dos últimas décadas, al

igual que la pobreza. En Europa central y orien-

tal, se instaló tras la transición de 1989/90 una

clara tendencia hacia la polarización social, aun-

que ciertos países son todavía relativamente

igualitarios en la escala paneuropea.

Veamos algunos indicadores:

En la UE de los quince, es decir, antes de la

gran ampliación hacia el este, la renta media

disponible desde 1995 y hasta la crisis de 2008

incrementó anualmente entre un 1,22 % y un

1,28 % en siete de los diez deciles de distribu-

ción de la renta. Para el decil más rico, el creci-

miento anual fue del 2,26; para el más pobre,

del 1,06 %. El segundo decil más rico creció un

1,31 %. En algunos países el incremento de la

desigualdad fue todavía más acusado. En Ale-

mania, la renta disponible del decil superior cre-

ció a un ritmo anual del 1,32 %, mucho más

que para todo el resto de deciles. A lo largo de

esos 15 años, el decil más pobre registró un re-

troceso anual de las rentas cifrado en un 0,14 %;

para el segundo más pobre, la caída fue del

0,2 %, y para el tercero, todavía de un 0,03 %

más. En los Países Bajos, los más pobres perdie-

ron un 0,27 %, y la renta de los más ricos subió

en un 2,44 %, mientras que dentro de la clase

media, el crecimiento fue mayor en los estratos

más bajos que en los más altos. Lo mismo ocu-

rrió en el Reino Unido y en los igualitarios Esta-

dos nórdicos, en los que el crecimiento del decil

más pobre quedó ostensiblemente por detrás

del resto, mientras que en el decil más rico su-

peró ampliamente la media. Pero también se

La desigualdad en Europa

a inicios de siglo XXI

Alfred Pfaller