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CAPÍTULO 3.

ALIMENTACIÓN INFANTIL

El más frecuente es la irregularidad en los horarios y reparto de las comidas

a lo largo del día. Es muy habitual que se salte alguna comida, sobre todo el

desayuno, y que picotee entre horas, favoreciendo además el consumo de

alimentos poco saludables y de bebidas edulcoradas. Lo ideal sería regularizar

la alimentación, pero en ocasiones puede ser más práctico y real plantearse

limitar el hábito en lo posible y cuidar el resto de la alimentación para que sea

variada y completa y compense lo que se pierde por los hábitos inadecuados.

Hay quien piensa que, si esto se hace bien, incluso el picoteo puede servir para

compensar el desayuno o la comida que se haya omitido.

Otra moda frecuente es el uso de comida rápida

(fast-food)

, que se presenta como

atractiva al paladar y barata en tiempo y dinero. Sin embargo, estos alimentos

suelen contener un exceso de calorías y grasa, un alto contenido en sal y ser

deficitarios en algunos nutrientes como hierro, vitaminas y fibra. La trascendencia

de este hábito dependerá de la proporción relativa de la comida rápida en relación

con el resto de la dieta. Una vez más, la flexibilidad en el manejo de estas conductas

parece lo más recomendable, ya que será difícil suprimir una conducta tan arraigada

en la evolución sociocultural del medio en que vivimos. Habrá que intentar restringir

los hábitos y cuidar el resto de la alimentación para que complemente los defectos

que pueda tener el realizar alguna comida de este tipo.

Un tercer problema es la adopción de dietas restrictivas en relación a creencias

culturales o religiosas. Las más habituales son las dietas vegetarianas, que

abarcan un amplio espectro de dietas en las que, en general, se excluyen

los productos animales. Suelen ser deficitarias en proteínas de alto valor

biológico, más bajas en calorías e insuficientes en cuanto al contenido de

ciertas vitaminas (D y B

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) y minerales (fósforo, magnesio, zinc, cobre). Siempre

debe desaconsejarse el uso de dietas vegetarianas estrictas, especialmente

en una edad con necesidades nutricionales tan elevadas. Habrá que intentar

que la dieta sea variada y completa o que, al menos, incluya leche y huevos

(lactoovovegetariana) y cuide de combinar los alimentos para aportar una

alimentación rica en calorías y nutrientes.

Por último, mencionar una serie de situaciones que, aunque quedan fuera

del alcance de esta guía, suponen un riesgo nutricional importante durante

la adolescencia. Esta es la edad en la que pueden desarrollarse trastornos

graves como la anorexia nerviosa, bulimia, obesidad, etc. El consumo de alcohol

puede influir de forma negativa en la alimentación, además de en otros muchos

aspectos. Y, finalmente, destacar que pueden existir otras situaciones especiales

que planteen problemas de alimentación especiales, como el embarazo en la

adolescencia, la práctica de deportes de alta competición, etc.

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