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CAPÍTULO 5.

TRASTORNO DE ALIMENTACIÓN ORGÁNICO

Pactar con él y acostumbrarle lentamente.

En este punto es importante

tener en cuenta la cantidad de comida que ponemos en el plato.

Actuar con

calma y adaptarse al ritmo del niño. Es preferible poner poca cantidad en el

plato y que el niño repita tantas veces como quiera a que siempre deje comida

en el plato, pues esta situación genera frustración en el niño y en el adulto.

Es una contradicción que nos enseñen desde pequeñitos a que no se debe

dejar nada en el plato pero nos pongan en él más cantidad de la que podemos

ingerir.

Cuando nos encontramos con un niño con alguna patología médica que

interfiere en su alimentación se alternará con otra forma de alimentación

(enteral o parenteral), por lo que no debemos angustiarnos si al principio come

poco por boca, pues sus necesidades básicas nutricionales estarán cubiertas.

A la hora de introducir

nuevas texturas

podemos tener en cuenta la alternancia

de consistencias según el nivel madurativo del niño:

Leche (materna o de fórmula) para beber.

Papillas o purés suaves.

Puré triturado o machacado con el tenedor.

Trocitos blandos.

Trocitos más duros.

Trozos de tamaño y consistencia típica.

CUIDADO

Al principio no se debe ofrecer al niño puré con trocitos o mezclar consistencias,

puesto que al niño le puede crear confusión el qué debe hacer para manejar esa

consistencia en la boca; «¿Debo tragar o debo masticar?». Es más recomendable

separar las texturas y dar por un lado el puré y por otro lado los trocitos.

Para la introducción de los sólidos podemos guiarnos por el desarrollo natural

de los bebés y podemos leer, para ampliar conocimientos, sobre el método de

alimentación complementaria a demanda guiada por el bebé (ACD) o

baby led

weaning

(BLW).

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