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EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

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Las limitaciones de no disponer de un

mercado único

En Europa existe la libre circulación de bienes y

personas, pero esto no implica que las ventas sean

libres, y de hecho en la práctica las barreras entre

los países europeos son muy difíciles de derribar.

En Europa hay 24 lenguas oficiales, 27 constitucio-

nes y sistemas administrativos y fiscales diferentes,

regulaciones técnicas diferentes, cientos de limita-

ciones ocultas, todas ellas son barreras para la ven-

ta libre de productos y servicios.

Ello crea un factor puramente económico

que explica gran parte del fenómeno diferencial

entre EE. UU. o China y Europa en el fenómeno

emprendedor. Cualquier proyecto en EE. UU.

tiene acceso inmediato a un mercado de servi-

cios de más de 300 millones de habitantes de

renta alta y misma lengua mientras que en Eu-

ropa ese mercado equivalente “paneuropeo”

en realidad no existe, y sí existen los mercados

nacionales, un orden de magnitud más peque-

ños. No haría falta pues recurrir en exclusiva a

una (supuesta) “aversión al riesgo” europea

como causa del menor y tardío desarrollo del

emprendimiento en nuestros países. Hay un fac-

tor de escala evidente.

Y no es fácil en la práctica desarrollar ideas

de negocio, por innovadoras que sean, que tras-

pasen las fronteras nacionales europeas, y de

hecho, el volumen de este tipo de transacciones

económicas intra-europeas es casi despreciable.

Los datos indican que el negocio tecnológico y

digital se realiza dentro de las fronteras naciona-

les de cada país europeo y desde cada país con

empresas estadounidenses. Y prácticamente no

existe actividad entre personas y empresas euro-

peas que traspase las fronteras nacionales.

La desventaja para la Unión existe, es muy

tangible y se sustancia en el ratio de

start-ups

que se crean, desarrollan y prosperan, las valo-

raciones que se obtienen, y, consecuentemente,

el volumen de inversión que se canaliza hacia la

innovación tecnológica, en comparación con

nuestra población y nuestra riqueza.

El capital riesgo tecnológico

es fundamental

Un emprendedor en Europa que quiera atrave-

sar todas las barreras anteriores y adentrarse en

diferentes mercados y competir con éxito, sin

duda requerirá de financiación, por lo que segu-

ramente necesite el apoyo de una entidad de

capital riesgo. Este tipo de inversor comprende

la tecnología, tiene visión a futuro con respecto

al potencial de un producto y un mercado, está

preparado para tomar riesgos, y trae consigo

experiencia y una red de contactos muy valiosa.

En muchos casos es clave para ayudar al em-

prendedor a perfilar su modelo de negocio.

En Europa la mayoría de estos inversores son

compañías de capital privado, en las que hasta

hace poco tiempo los socios solían ser del sector

bancario y no tenían gran experiencia en la

creación de

start-ups

. Eso está cambiando a me-

dida que los inversores se sofistican, crece la

experiencia en este tipo de aventuras y se reali-

zan nuevas transacciones europeas con benefi-

cio para el inversor, lo que empieza a hacer el

mercado europeo más atractivo. La distancia en

fondos e inversión de capital riesgo tecnológico

entre EE. UU. y Europa sigue siendo abismal,

cuantitativa y cualitativamente hablando, pero

la brecha se cierra día a día, especialmente en

las principales plazas europeas donde las Fin-

tech están creando un nuevo mercado, como

puede ser Londres, Amsterdam o Berlin.