Patología Neurológica Infantil. Guía para profesores

23 etcétera. La rigidez puede manifestarse con gran angustia frente a cambios pequeños, patrones de pensamiento obsesivo, rituales de saludo, necesidad de tomar el mismo camino o de comer los mismos alimentos cada día, entre otros síntomas. Puede aparecer un fuerte apego o preocupación por objetos inusuales e intereses excesivamente circunscritos o perseverantes. Además, puede existir una hiper o hiporreactividad a estímulos sensoriales: indiferencia aparente al dolor/temperatura, respuesta adversa a sonidos o texturas específicos, olfateo o palpación excesiva de objetos, fascinación visual por las luces o el movimiento, etcétera. RECUERDA Para identificar un niño con sospecha de TEA nos deberemos fijar en las dos dimensiones afectadas: • Deficiencias en la reciprocidad socioemocional. • Intereses restringidos y comportamientos repetitivos y restrictivos. ¿El niño o niña con TEA tiene inteligencia normal? En un tercio de los casos de TEA se asocia al cuadro clínico la presencia de discapacidad intelectual, que afecta de manera determinante a la adaptación funcional. Los niños con TEA con discapacidad intelectual frecuentemente padecen una ausencia o importante parquedad del lenguaje, lo que se detectará, sobre todo, en niños pequeños (2-4 años). En estos casos pueden ser diagnosticados inicialmente de trastorno específico del lenguaje (TEL). Los restantes dos tercios, a pesar de tener capacidad intelectual dentro de la normalidad, presentarán un alto grado de dependencia. Los niños más mayores (5-7 años) con un cociente intelectual normal y lenguaje preservado, aunque con francas dificultades para organizarlo, contextualizarlo y adaptarlo al interlocutor (lo que se llama déficit semántico-pragmático) son casos de TEA de alto funcionamiento (TEA-AF) cuyos intereses-conductas repetitivas pueden ser más funcionales que otros niños con TEA con menor capacidad intelectual. Estos casos antes se diagnosticaban como trastorno de Asperger. El término TEA-AF puede confundir: solo indica que no padecen discapacidad intelectual. Es dentro del ámbito escolar o incluso más tarde, en el inicio de la adolescencia, cuando se harán más evidentes las dificultades asociadas a los casos de TEA-AF. Como vemos, son dos tipos de pacientes muy diferentes y quizás el maestro tendrá que enfrentarse a la probabilidad de tener en una u otra clase a algún paciente de uno de los dos grupos durante su vida profesional.

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