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EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

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estados miembros. Este documento reconoce

que este compromiso, así como las pasadas po-

líticas climáticas de la UE, se han guiado por la

necesidad de evitar un aumento de temperatura

media global de 2 °C, tal y como recomienda el

Panel Intergubernamental de Cambio Climático

(IPCC) en varios de sus informes. De esta for-

ma, la UE se coloca en línea con lo esperado de

países en desarrollo: reducir entre el 80 y 95 %

las emisiones globales en 2050 frente a niveles

de 1990, lo que supone en términos prácticos

descarbonizar la economía europea.

Por tanto, el Acuerdo de París en diciembre

del pasado año 2015 no supone, al menos de

momento, ninguna presión ni se prevé tenga

impacto en la ambición de la política climáti-

ca de la UE. En primer lugar, porque la UE ya

enmarca su política climática en un crecimiento

máximo de la temperatura media global de 2

°C con respecto a niveles preindustriales, que

es el objetivo del Acuerdo de París. En segundo

lugar, porque los objetivos acordados por cada

país, o conjunto de países, son decididos inter-

namente y de manera voluntaria, no existe una

obligación impuesta de reducción de emisiones

como sí fue en el caso del Protocolo de Kioto.

Y en último lugar, porque no se han selecciona-

do indicadores que definan el nivel de acción

de cada país en función de responsabilidad y/o de

la capacidad.

Sin este marco de referencia, es difícil eva-

luar, de manera trasparente, si el esfuerzo euro-

peo es suficiente o no. Los pocos intentos que

ha habido de comparar esfuerzos climáticos

sitúan a Europa en la franja de los menos am-

biciosos, midiendo la responsabilidad frente al

problema en función de las emisiones genera-

das desde la revolución industrial y midiendo la

capacidad frente al PIB

per c

á

pita

. Una segunda

propuesta de medir el nivel de ambición de los

planes climáticos por país ha sido llevada a cabo

por Climate Action Tracker, una coalición de or-

ganizaciones científicas independientes, sitúan

a Europa en la franja media de la responsabi-

lidad, por debajo de países como Costa Rica,

Etiopía, Marruecos, Brasil o China.

Diferentes ONG, junto con otras organiza-

ciones de la sociedad civil, apuntan a que la UE

podría hacer más, por responsabilidad y por

capacidad. Según diferentes investigaciones,

solo con las políticas existentes, la UE reducirá

sus emisiones en un 32 % en 2030. Es decir,

es esfuerzo adicional que supone llegar a un

40 % no parece un gran reto para Europa. La

Comisión ha presentado el borrador de decisión

del Consejo Europeo de aprobación del Acuerdo

de París en marzo de este año 2016. El acuer-

do se ha abierto para ratificación el 22 de abril

de este mismo año. Es importante recordar que

el Acuerdo de París establece la obligación de

presentar compromisos periódicos que mejoren

en ambición para todos los países. Por tanto,

la puerta a una Europa responsable y decidida

a enfrentarse al problema del cambio climático

no está cerrada. En este sentido, la presión de

la opinión pública será clave, tal y como ya ha

sucedido en el pasado.

La UE se ha caracterizado en el pasado por

su liderazgo en el ámbito internacional en ma-

teria ambiental, en especial en el ámbito de la

lucha contra el cambio climático. En los meses

previos a la COP21 hizo lo posible para que

otros países, desarrollados y emergentes, se

comprometieran a hacer mucho más en cambio

climático. Sin embargo, este liderazgo se ha ido

gradualmente erosionando, llegando a niveles

mínimos con la entrada de la nueva Comisión.

Como resultado, la UE líder ya no es líder en

inversiones en tecnologías ambientales. Hace

tiempo que países como China están a la cabe-

za en la producción de tecnologías relacionadas

con las energías renovables, por ejemplo. Las