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LA COYUNTURA POLÍTICA DE LOS PAÍSES EUROPEOS: ENTRE LAS AMENAZAS Y LAS OPORTUNIDADES

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imponer políticas económicas, sea para distor-

sionar la estructura política correspondiente.

En todos los casos, la UE se ha mantenido

firme en el ejercicio de sus competencias, pu-

diendo afirmarse que ha ganado el debate. El

caso de Grecia es seguramente el más claro, con

el acuerdo del 13 de julio entre Atenas y Bruselas

y el posterior cumplimiento a rajatabla del mis-

mo por parte del gobierno de Syriza.

El discurso nacionalista no parece haber au-

mentado el euroescepticismo a lo largo de

2015. De acuerdo con el

2015

Parlameter

ela-

borado por el Parlamento Europeo, en ese año

se ha alcanzado un pico de encuestados que

consideran que su país se ha beneficiado de

pertenecer a la UE; de nuevo una mayoría cree

que es más importante lo que une que lo que

divide a los Estados miembros; y, finalmente, la

UE es percibida como quien mejor puede res-

ponder adecuadamente a las consecuencias de

la crisis económica y financiera.

Sin embargo, conviene no olvidar que los

partidos populistas de derecha extrema han

avanzado posiciones hasta el punto de formar

parte de diversos gobiernos en los Estados

miembros, u otros que han cosechado relevan-

tes éxitos electorales hacen del antieuropeísmo

uno de los ejes principales de su programa. Algo

que debería llevar a los partidos mayoritarios a

situar el discurso preeuropeo en la primera línea

de su discurso y no, como sucede con demasia-

da frecuencia, a debilitarlo o esconderlo, tenien-

do en cuenta, por otra parte, que el euroescep-

ticismo tiene una relación directa con factores

tan objetivos y duramente presentes en la vida

cotidiana como la crisis económica.

Tal como muestra la siguiente figura, a lo lar-

go del periodo 2007-2014, las oscilaciones del

PIB en los Estados miembros guardan una estre-

cha relación con el crecimiento del euroescepti-

cismo a lo largo de los peores años de la crisis. Es

decir, neutralizar la desconfianza en la UE no es

solo una cuestión de palabras, sino, ante todo,

de políticas eficaces para fomentar el crecimien-

to y, en consecuencia, el empleo y la igualdad.

Vuelven los fantasmas del pasado (II): el

populismo

El discurso populista –muchas veces ligado al

nacionalismo y, desde luego, al euroescepticis-

mo o directamente al antieuropeísmo– ha teni-

do en 2015 un buen año, a pesar de que las

fuerzas políticas clásicas, como se ha señalado

más arriba, hayan seguido siendo mayoritarias

en gobiernos, parlamentos y opinión pública de

los estados miembros de la UE. La crisis financie-

ra y del euro unida a la llegada de refugiados ha

dado alas a muchos de estos movimientos a lo

largo de 2015 y 2016.

El populismo se ha manifestado a lo largo de

ese año en tres grandes tendencias: por un

lado, la derecha extrema o la extrema derecha;

por otro, la extrema izquierda; y, al margen de

esos dos campos, la ideológicamente no defini-

da. De su desarrollo los casos más relevantes en

los estados miembros de la UE han sido los si-

guientes:

– Alemania: la crisis de los refugiados ha pro-

piciado el crecimiento del partido populista

Alternativa para Alemania (AfD) y ha roto la

excepcionalidad alemana respecto a sus ve-

cinos de ser un país que no contaba con una

fuerza populista antiinmigración. En marzo

de este año, el AfD ha conseguido importan-

tes resultados en las tres elecciones regiona-

les celebradas donde, hasta ahora, no tenían

representación: Baden-Wutemberg (15,1 %

de los votos), Renania-Palatinado (12,6 % de

los votos) y Sajonia-Anhalt (24,4 % de los

votos). En las dos primeras regiones se han