

TRAS EL
BREXIT
LA RECUPERACIÓN DEL DEBATE SOBRE LA UNIÓN POLÍTICA
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que el Consejo Europeo separase la gestión de
las negociaciones con el RU de la gestión del
resto de asuntos prioritarios en curso para que
no haya influencia mutua negativa ni ineficacia
en ambas gestiones.
Además, una reforma de los tratados nece-
sita una pedagogía previa de los que en la ma-
yoría de los Estados (en algunos Estados miem-
bros, los tratados europeos no se ratifican por
referéndum sino por el parlamento) van a tener
la última palabra para aprobarla, es decir, los
ciudadanos. Hay que dar tiempo a las institucio-
nes de la Unión, a las administraciones naciona-
les y a la sociedad civil europea a realizar y hacer
políticamente rentable esa pedagogía y prepa-
rar bien el debate.
Entre las cuestiones de fondo está el hecho
de que a través de sondeos recientes se perci-
be en la opinión pública europea una cierta
preferencia por el aumento de la legislación
material europea (empleo, migración, seguri-
dad) que por la formal (reforzamiento de la
democracia)
10
.
En todo caso, la carga simbólica, y la renta-
bilidad política, de declarar la voluntad de orga-
nizar un debate público de amplio alcance sobre
la unión política deriva del hecho de que, si la
Unión se adelanta tomando esa iniciativa, los
movimientos y partidos antieuropeístas y desin-
tegradores tendrán en su contra, en el momen-
to de las elecciones de este año (especialmente
en Francia y Alemania), un impulso previo clara
y resueltamente integrador y europeísta por
parte de la Unión.
Para que una futura convención tenga éxito
pleno y sus conclusiones no sean rechazadas
10
Vid. el Eurobarómetro de 2016 sobre el futuro de Europa
en:
http://ec.europa.eu/COMMFrontOffice/publicopinion/index.cfm/Survey/getSurveyDetail/yearFrom/1974/year-
To/2016/surveyKy/2131
por los pueblos europeos, como sucedió en
2005, dicha convención deberá ser lo más par-
ticipativa posible para los ciudadanos europeos.
Se les debería reservar la última palabra, limitan-
do al máximo el poder decisional de órganos
intermedios en los que solo los poderes estata-
les o las instituciones europeas estén represen-
tados (como fue el caso, por ejemplo, del
Presidium de la convención de 2003).
Esto es, habría que organizar la gobernanza
de esa convención de modo que sean los ciuda-
danos europeos, mediante su implicación desde
el inicio hasta el final del proceso de toma de
decisiones de la convención, los que realmente
decidan, a fin de que la propia ciudadanía en
cada Estado, tras haber podido elaborar proyec-
tos propios de decisiones de la convención y
también en el momento de ratificar mediante
referéndum las conclusiones de esta, compren-
dan lo que están ratificando y voten en conse-
cuencia. Solo aquel que está implicado de prin-
cipio a fin en un proceso de toma de decisiones
comprende y puede asumir como propios dicho
proceso y su resultado.
La constante necesidad de mejorar
la calidad de la democracia europea
Por encima de la actual crisis coyuntural de la
Unión, lo que está aconteciendo a nivel global
es una crisis de la democracia representativa.
La Unión Europea sufre actualmente los mis-
mos síntomas que las democracias nacionales
de sus Estados miembros y de la misma forma
que aumenta en estos (por la derecha y por la
izquierda) el voto a partidos políticos que parten
de la constatación de dicha crisis para propug-
nar cambios del modelo representativo, la Unión
Europea debería prever que solo la superación
de ambas crisis, simultáneamente, permitirá