Background Image
Table of Contents Table of Contents
Previous Page  103 / 149 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 103 / 149 Next Page
Page Background

LA UNIÓN EUROPEA ANTE EL TERRORISMO YIHADISTA Y EL CONFLICTO DE ORIENTE MEDIO

103

Las medidas antiterroristas. Seguridad

versus

libertad

Sociedades abiertas, como las europeas, en las

que se protege la privacidad y toda clase de

libertades, incluido el desplazamiento sin con-

troles entre países dentro del área Schengen,

hacen a Europa aparentemente más vulnerable

a la infiltración u organización interna de pe-

queños grupos, o individuos aislados, capaces

de cometer atentados muy sangrientos. No obs-

tante, no se debe magnificar el efecto de esta

aparente debilidad, ni vincular mayor libertad

con menor seguridad, lo que nos llevaría a tra-

tar de restringir la primera para incrementar la

segunda. Esto no solo sería un error que afecta-

ría a los principios políticos democráticos, sino

que además es una correlación falsa, como lo

demuestran los atentados que han tenido lugar

en países con mucho mayor control de la pobla-

ción, como Egipto o Indonesia.

Los atentados de 2015, sumados a otros an-

teriores que ya hemos mencionado, y especial-

mente los de París en noviembre, y Bruselas en

marzo, cuando estas ciudades se encontraban

en estado de alerta y vigilancia reforzada, han

llevado a la conclusión de que, aunque se re-

duzca el riesgo, es extremadamente difícil llevar

ese riesgo a cero, y por tanto las probabilidad

de que haya nuevos atentados en el futuro es

alta, y así lo ha advertido la Oficina Europea de

Policía (Europol), la agencia europea encarga-

da de prevenirlo y combatirlo. Se teme incluso

que los terroristas pudieran conseguir agresivos

químicos o radiactivos. La conciencia de esta

amenaza es diferente entre los EM de la UE. En

los que están alejados geográficamente del área

de inestabilidad del Mediterráneo o tienen poca

población musulmana, la percepción del riesgo

es menor, aunque ninguno esté exento, como

prueban los atentados en Dinamarca, mientras

que los que han sufrido los ataques más san-

grientos han traducido su preocupación en me-

didas concretas, en ocasiones polémicas, para

reforzar su seguridad.

El mejor ejemplo de este último caso es la

reacción del presidente de la República Francesa

y su Gobierno a los atentados de noviembre,

que recuerda de algún modo a la que manifestó

el presidente de EE. UU., George W. Bush tras

los atentados del 11S. El presidente François

Hollande manifestó tres días después de los

atentados que se trataba de un “acto de gue-

rra” por parte de un “ejército terrorista” y que

se pondrían en juego todos los medios de la na-

ción para combatirlo, tanto dentro como fuera

del país. Anunció la creación de 5000 empleos

en la policía y la gendarmería y 2000 agentes de

inteligencia y propuso a la Asamblea Nacional

decretar el estado de excepción (

urgence

) du-

rante tres meses, además de anticipar una re-

forma constitucional que incluiría la posibilidad

de retirar la nacionalidad a ciudadanos binacio-

nales. En enero, Hollande presentó un proyecto

de ley para otorgar más poderes a la policía,

incluyendo la capacidad de poner bajo arresto

a los retornados de conflictos, y la posibilidad

de hacer registros y controles de identidad sin

autorización judicial previa. Anunció asimismo

para junio una nueva ley de servicios secretos

que permitiría la captación de comunicaciones,

y la prolongación del estado de excepción por

tres meses más. Finalmente, el 10 de febrero la

Asamblea Nacional aprobó la reforma constitu-

cional.

Estas medidas, muy severas, responden al

estado de

shock

del pueblo francés tras los últi-

mos atentados, pero afectan directamente a la

privacidad y a la seguridad jurídica de los ciuda-

danos franceses y han suscitado un importante

rechazo en amplios sectores políticos, incluido el

Partido Socialista (PSF), actualmente en el poder.