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LA DESIGUALDAD EN EUROPA: TENDENCIAS DISPARES

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ricos (según su renta per cápita). En este pro-

ceso adoptó un modelo de crecimiento ba-

sado en las inversiones extranjeras, las ven-

tajas fiscales y los excedentes de exportación.

A partir del año 2000, Irlanda fue desviándo-

se poco a poco de este modelo de éxito (que

también actuaba en detrimento de otros

países, a los que las grandes multinacionales

asentadas en Irlanda restaban valor añadido

e impuestos), centrándose más en un

boom

inmobiliario que llevaba asociado un fuerte

incremento del endeudamiento privado.

Cuando este nuevo modelo saltó por los ai-

res, dando lugar a la crisis financiera, y el

Estado irlandés tuvo que rescatar sus ban-

cos, multiplicando su deuda, el crecimiento

colapsó. No obstante, Irlanda pudo volver a

su antiguo modelo de crecimiento. Entre

2008 y 2014 su PIB creció un 3,8 %, pese a

una caída de más del 5 % entre 2008 y

2009; es decir, a un mayor ritmo que en la

media de los países del noroeste rico.

¿A qué se deben estas tasas de crecimiento

desiguales? El comportamiento convergente (es

decir, la disminución de la desigualad entre paí-

ses) responde esencialmente a la aceptación de

la teoría tradicional del crecimiento, que presu-

pone que los países pobres (potencialmente)

alcanzan un mayor crecimiento, dado que su

nivel de productividad es todavía muy bajo, a

causa de su escasa reserva de capital (en rela-

ción con el PIB). De esta misma línea de pensa-

miento se deriva que las economías políticas

más avanzadas, dotadas de unas provisiones de

capital más modernas y abundantes, evidencian

un menor incremento de la productividad.

No obstante, este modelo solo ha demostra-

do históricamente ser acertado en contadas ex-

cepciones. En general, los países más pobres

(especialmente de África y América Latina)

siempre han crecido mucho más despacio que

sus vecinos ricos del norte. La excepción la mar-

caron las economías de los denominados tigres

asiáticos (primero Japón, seguido de Corea,

Taiwán, Singapur y Hong Kong), a los que más

tarde se sumarían China y algunos países del

sudeste asiático (Malasia, Tailandia). También en

el seno de la UE los procesos de crecimiento fue-

ron marcadamente débiles durante un largo pe-

riodo de tiempo. Así, Grecia e Irlanda sufrieron

inicialmente un retroceso relativo justo después

de su adhesión.

Además de los numerosos factores naciona-

les (diferentes políticas económicas, relaciones

industriales y sistemas educativos y de innova-

ción) que podemos analizar como variedades de

capitalismo (

varieties of capitalism

; véase Hall,

2015)

3

, detrás del desigual desarrollo de la peri-

feria meridional y oriental de la UE también en-

contramos los efectos de la integración del mer-

cado, tanto a nivel europeo como mundial. La

industria de la periferia meridional estaba espe-

cializada en una producción basada en tecnolo-

gía baja y media, y unos salarios asociados ba-

jos. Con la apertura de la Europa del Este y la

integración de China en la economía mundial, y

con la paulatina y creciente apertura de Europa

hacia proveedores globales, estos países perdie-

ron su antigua posición de privilegio. En cam-

bio, los países de la Europa Central y del Este

todavía eran capaces de sostenerse en estos

segmentos de mercado gracias a unos salarios

todavía bajos y a la relativa buena cualificación

que ofrecía su mano de obra. La cercanía geo-

gráfica con el mercado alemán también supuso

una ventaja de la que no gozaban los países pe-

riféricos del sur. Más aún cuando la industria

alemana reestructuró su cadena de suministro y

3

 Hall Peter A.: Spielarten des Kapitalismus und Eurokrise.

En:

WSI-Mitteilungen

4/2015, 245-5.