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LÍNEAS DE CONFLICTO EN ALEMANIA SOBRE LA REFORMA DE LA UE

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involucrados. Al mismo tiempo, los instrumen-

tos comunes de coordinación de políticas eco-

nómicas acordados en Maastricht y posterior-

mente demostraron ser poco incisivos y las

instituciones comunitarias demasiado débiles o

no dispuestas a poder contrarrestar con algo

efectivo las asimetrías que surgen regularmen-

te. La única coordinación pertinente de política

económica de la zona del euro es la relativa a los

déficits y a los niveles de deuda de los Estados

miembros. El ajuste de las perturbaciones asi-

métricas se deja en manos de la política salarial

de los Estados nacionales; sin embargo, la polí-

tica de tipos de interés

one size fits none

(una

talla no sirve para todos) del BCE y los flujos de

capital internacionales no regulados pueden in-

tensificar de una manera ligeramente procíclica

los diferenciales de inflación ya existentes. El

resultado son costes laborales unitarios y saldos

de las cuentas corrientes de los miembros diver-

gentes.

En consecuencia, todas las propuestas for-

muladas desde este bando parten de la necesi-

dad de una mayor armonización de la política

económica. Por eso, los defensores de la unión

fiscal mostraron poca comprensión ante la asi-

metría de la gestión de crisis, que atribuye una

cierta responsabilidad de crisis a aquellos países

con déficits presupuestarios y niveles de deuda

pública elevados y saldos negativos en la cuenta

corriente. Según los defensores de la unión fis-

cal, la política de gestión de la crisis basada en la

austeridad que asume desarrollos deflacionistas

irresponsablemente no ha interiorizado las lec-

ciones de la Gran Depresión de los años treinta.

Las propuestas concretas para la integración

forzada en materia de política fiscal de la zona

euro divergen en gran medida. Por un lado, la

idea central es integrar el principio de responsa-

bilidad del endeudamiento público a escala eu-

ropea, a fin de evitar en el futuro la disociación

de los miembros de la zona del euro debido a las

diferentes valoraciones de su solvencia por par-

te de los mercados financieros. Por otro lado,

utilizar un estabilizador automático indepen-

diente de coyunturas a escala europea debería

compensar la falta de adaptación a las perturba-

ciones asimétricas provocadas por una movili-

dad insuficiente de la mano de obra inadecuada

y amortizar la devaluación interna considerada

contraproducente por la caída de los salarios y

los precios. Además, existe la demanda de una

unión política explícita, al menos a medio y lar-

go plazo. La moneda única debe ser vista como

un bien público común en este contexto, y de-

bería existir un gobierno con responsabilidad

parlamentaria para la zona euro con derecho a

ingresos y reintegros.

Mercado y política en la cuestión de la

migración

La línea de conflicto entre la creencia en el mer-

cado y el diseño político también existe en otros

ámbitos. Dado el creciente número de refugia-

dos que llegaron a Alemania y la suspensión

de

facto

de la Convención de Dublín de la UE en

2015, no se puede negar que las cuestiones

económicas también se debatieran en el contex-

to de la migración. Sin embargo, se abordaron

estas cuestiones con predicciones apocalípticas,

argumentando la falta de capacidad del merca-

do laboral y de los sistemas de seguridad social,

o bien de modo exageradamente optimista.

Mientras que el AfD atrajo a muchos ciudada-

nos que dudaban de la declaración de Ángela

Merkel de “podemos lograrlo”, en 2015 y 2016

políticos, economistas y periodistas mantuvie-

ron un gran debate sobre los supuestos de

cuánto podrían contribuir al aumento del pro-

ducto interior bruto los refugiados a través de la