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EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

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momento en que se critican las reformas que

este ha realizado en el poder judicial, sobre todo

desde la izquierda. Y lo hizo mientras, en su pa-

tio trasero, su reforma laboral liberal resultaba

impopular en este mismo sector de votantes. Es

decir, que le puso el contrapunto a su política

“de derechas” en casa con una política “de iz-

quierdas” en Europa.

Por motivos nacionales, y pese a su postura

pro-UE, ha llegado incluso a oponerse al resultado

de un acuerdo europeo, como sucedió con el gli-

fosato. El 27 de noviembre, la mayoría de los mi-

nistros de agricultura de la UE autorizaron el uso

de este herbicida, del que se sospecha que es po-

tencialmente cancerígeno, durante otros cinco

años. Ese mismo día, tras el voto de la UE,

Emmanuel Macron tuiteó que Francia prohibiría el

glifosato de forma unilateral en un plazo de tres

años a lo sumo. Las opiniones divididas de su go-

bierno con respecto a este tema candente son

reflejo de las del ejecutivo francés sobre la agricul-

tura en general. La impresión que está dando en

Bruselas es que, a diferencia de predecesores su-

yos como Chirac y Hollande, todavía no ha decidi-

do qué postura adoptar con respecto a la Política

Agraria Común, que París siempre ha respaldado

(y de la que se ha beneficiado) hasta la fecha. El

debate que tendrá lugar durante el próximo mar-

co financiero plurianual (el presupuesto de la UE

para 2021-2027) será la prueba de fuego en la

que se verá si Macron apoya las nuevas priorida-

des de financiación para Europa, de acuerdo con

su agenda de “la Europa que protege”, o se aferra

a las posturas francesas tradicionales.

Actuar en un entorno debilitado a nivel

tanto interno como externo

Pese a sus ambiciones y prioridades, la política

europea del presidente francés se ve debilitada

por dos factores: uno externo y otro interno. El

factor externo es el entorno político actual con

el que se topa. El discurso de la Sorbona se pro-

nunció deliberadamente justo después de las

elecciones alemanas para influir en la próxima

coalición de gobierno en Berlín y echar a rodar la

colaboración franco-alemana. El Elíseo no conta-

ba (nadie lo hacía) con que el nuevo gobierno

alemán tardaría seis meses en formarse, retra-

sando sus planes para reformar Europa. Si bien

Francia prefiere trabajar con la “gran coalición”

que se selló finalmente que con la inicial, que

incluía al Partido Democrático Libre (FDP), no

puede confiar en un eje franco-alemán tan sólido

como esperaba. El discurso de Macron en la

Sorbona no ha recibido una respuesta exhaustiva

por parte de Alemania. Cuenta con una canciller

debilitada y un Partido Socialdemócrata (SPD)

también debilitado. Pero los necesita a ambos.

Al Elíseo le preocupa más la situación política

en Italia, tras los resultados de las elecciones del

4 de marzo. Tampoco podrá confiar demasiado

en este Estado miembro, fundador de la inte-

gración europea y aliado tradicional de Francia.

Esta misma debilidad se percibe en cuanto a

España, donde la situación en Cataluña acapara

toda la atención política. Macron ya no puede

respaldarse en los países escandinavos, que no

comulgan por completo su agenda social y me-

nos aún con sus ambiciones para la zona euro.

Lo mismo sucede con los países de Europa del

Este, con los que el presidente francés quiere

batallar por los valores democráticos. Según

fuentes de alto nivel de Bruselas, Francia fue

quien más apoyó la iniciativa de la Comisión

para ejercer una presión sin precedentes sobre

Varsovia al activar el procedimiento del Artículo

7. En este contexto político europeo, en el que

el Reino Unido está totalmente absorbido por el

brexit

, el presidente Macron se erige en el prin-

cipal líder de la UE, pero

en même temps

en el