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EL OBJETIVO DE MACRON PARA LA UE: DEVOLVERLES EL ORGULLO A LOS EUROPEOS

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único. Una posición que quizá le fuerce a reba-

jar sus ambiciones para con Europa. La historia

de la integración europea nos enseña que, para

tener éxito, una política europea necesita el

apoyo de una coalición pequeña pero compro-

metida y dispuesta, nunca el de un único líder.

Mitterrand actuó junto con Helmut Kohl,

Jacques Delors en la Comisión, y otros líderes

pro-UE, como Felipe González.

El otro factor, menos conocido, que debilita

la política europea de Macron, es interno. El jo-

ven presidente dirige un estado cuya adminis-

tración es mucho menos proeuropea que él. Las

ideas que propone no siempre reciben las apor-

taciones y el apoyo que deberían por parte de la

alta administración del país. Por ejemplo, su in-

tención de facilitar y promover la movilidad eu-

ropea del alumnado de secundaria según el mo-

delo Erasmus o de desarrollar universidades con

etiqueta europea, no se han concretado en las

iniciativas ministeriales que se necesitarían para

llevar a la práctica estas ideas en Bruselas. Desde

el punto de vista político, su partido no tiene los

apoyos y eurodiputados necesarios en el

Parlamento Europeo. Las elecciones europeas

de mayo de 2019 podrían suponer la llegada de

los primeros diputados de En Marche a

Estrasburgo y, quizá, un grupo político propio,

necesario para mantener la política europea de

Macron.

Desarrollar un estilo y un lenguaje pro-UE

Estas elecciones serán las primeras a las que se

enfrente el presidente francés desde las legisla-

tivas que sucedieran a las suyas el año pasado.

Son estratégicas no solo desde una perspectiva

puramente partidista, sino también para refor-

mar la UE, según la opinión que expresó en su

discurso de la Sorbona. Su mayor reto consiste

en hacer retroceder al nacionalismo que se ex-

tiende por Europa para que no controle el próxi-

mo Parlamento Europeo. La política europea de

Macron debe entenderse desde esta perspectiva

a medio plazo.

Con su política europea no solo quiere obte-

ner resultados que muestren lo que implica una

“Europa que protege”, sino también, a un nivel

más profundo, abordar la crisis existencial que

atraviesa la UE. Para para revertir la marea del

nacionalismo y a las diversas clases de populis-

mo que han adoptado una postura hostil frente

a la UE, utiliza de forma deliberada el tono

opuesto, que desarrolló durante su campaña

electoral. No le avergüenza la UE; no adopta

una actitud negativa, callada ni defensiva con

respecto a ella, sino todo lo contrario: se mues-

tra orgulloso de ella. Considera que la mejor

forma de impedir que se propaguen los senti-

mientos anti-UE es ser ostentosamente pro-UE.

Por eso la política europea de Macron es única

en la historia de los presidentes franceses desde

que comenzó la construcción europea.

Por tanto, su política también se centra en los

símbolos, en el lenguaje, en los eslóganes como

Bruxelles c’est nous

(“Bruselas somos noso-

tros”). Fue idea suya hacer sonar el himno de la

UE, la

Oda a la alegría

, en la plaza del Louvre de

París, el día que fue elegido presidente. Además,

el pasado octubre anunció que Francia recono-

cería oficialmente la bandera de la UE, cuya pre-

sencia en la Asamblea Nacional (la cámara baja

francesa) fue objeto de burla por parte de su

principal opositor político, Jean-Luc Mélenchon.

Para su primer discurso en Europa, antes de la

Sorbona, escogió como telón de fondo Atenas,

el símbolo más famoso de la democracia, con el

fin de demostrar que los valores democráticos

están del lado de quienes abogan por la UE, no

de los nacionalistas. Con su uso de la palabra

“soberanía” al tratar temas sobre la Unión