Background Image
Table of Contents Table of Contents
Previous Page  10 / 173 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 10 / 173 Next Page
Page Background

EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

10

se adhiriesen a ella han conducido a nuevas tensiones políticas entre el

oeste y el este del continente. Estas tensiones solo encontrarán vías de

arreglo con una política común de inmigración y asilo.

Durante los años de crisis, el euroescepticismo de la sociedad creció.

No obstante, en los últimos tiempos, a causa de las crisis de política exte-

rior y del éxito electoral de Donald Trump, su actitud hacia la Unión

Europea vuelve a ser netamente más positiva. Sobre ese trasfondo se

abren nuevas opciones para iniciativas europeístas: necesitamos una polí-

tica dotada de sentido de la proporción, que avance paulatinamente sobre

la base de coaliciones políticas flexibles entre los distintos Estados miem-

bros. Las cooperaciones estructuradas o reforzadas pueden ser un instru-

mento útil.

Ahora bien, esa opción de pequeños pasos debería combinarse con

una mirada clara hacia adelante. La Unión Europea se ha quedado sin

objetivo y sin visión. Se ha convertido en un tema negativo que utilizan,

una y otra vez, los dubitativos y los escépticos. Pero la nueva Europa ya

viene de camino: surge atravesando sus crisis y no contra los Estados na-

cionales, sino de forma transversal a ellos. Una de las esperanzas de Europa

radica en las ciudades y regiones europeas, como unidades no indepen-

dientes, sino recíprocamente dependientes. Los actores deben ser sus ciu-

dadanos. La Europa del futuro no será un Estado tradicional, ni tampoco

un club de separatistas regionales, sino un proyecto en red del siglo XXI,

de inspiración federal.

En el otoño de 2017, el presidente francés Emmanuel Macron presen-

tó su visión de una refundación de Europa en un discurso que tenía por

destinataria sobre todo a Alemania. Macron aspira a fundamentar la Unión

Europea ya no desde el pasado, sino mirando al futuro: Europa debe ser

“más soberana, más unida y más democrática”, es decir, más indepen-

diente hacia fuera y más dependiente hacia dentro.

El proyecto de Macron también se alza contra el nuevo populismo de

derecha, el nacionalismo y el separatismo en Europa. Estas tendencias se

alimentan no solo de la crisis económica o la creciente desigualdad social,

sino también del rechazo de la política abierta de inmigración e integración

y la indignación frente a una política hecha “desde arriba”, sin contar con

la ciudadanía. Se trata de un populismo de raíces culturales e irracionales.

Pero más peligroso que los populistas y los separatistas mismos es tenerles

miedo. El resultado de las elecciones italianas abunda en las incertidumbres.

Que la tercera economía del euro tenga que elegir entre una ultraderecha

euroescéptica y un movimiento confuso que hasta hace poco tampoco era

europeísta es inquietante. El hundimiento de la socialdemocracia en