PRESENTACIÓN
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Francia, en Italia y el debilitamiento en Alemania no es bueno para el fu-
turo de la UE. No obstante, el acuerdo de gobierno en Alemania, con un
programa avanzado en lo social y de corte europeísta, ofrece una perspec-
tiva positiva para el conjunto de Europa si dicho programa se cumple con
diligencia y audacia.
La democracia necesita posibilidades de elección, la soberanía necesita
significado y la globalización necesita legitimación. La democracia se en-
frenta en Europa a la contradicción de que los ciudadanos son cada vez
más libres pero al mismo tiempo se sienten cada vez más impotentes. Los
ganadores de la nueva brecha entre las élites políticas y económicas y los
ciudadanos son los populistas, que prometen identidad, patriotismo, sen-
timiento y pertenencia.
En épocas de grandes crisis lo que genera inseguridad no es un exceso de
cambios, sino el aferrarse a las mismas políticas de siempre. Lo que quieren
las personas no es “nada de Europa”, sino una Europa de nuevo cuño. La
refundación de Europa apuesta por un nuevo equilibrio de soberanía compar-
tida, democracia y subsidiariedad. Europa ha de ser en el futuro más grande,
y al mismo tiempo más pequeña. “Más grande” en lo que respecta a las
cuestiones globales, y “más pequeña” en lo que se refiere a las cuestiones
locales. La Europa del futuro no es un Estado en sentido jurídico o centralista,
sino un conjunto articulado, simultáneamente supranacional y federal.
Europa tiene que ser más soberana y estar más unida a la hora de en-
frentarse a los desafíos globales: migración, pobreza, terrorismo, clima,
proteccionismo comercial y digitalización. Tendrá que pensar más a lo
grande y con mayor amplitud de miras si los Estados Unidos se retiran del
continente y potencias como China, India o Rusia se hacen más fuertes a
escala global. Actúa “soberanamente” quien apuesta por una política de
la reconciliación y la concertación, en lugar de por una política de la unila-
teralidad y la coacción.
La unión monetaria es incompleta sin la unión fiscal y social. En vista de
la nueva situación de seguridad global también se debe incluir en la agenda
la unión de seguridad, de defensa y energética. También hay otra cuestión
ineludible: la Unión Europea tiene que hacerse más “democrática”. Para
ese relanzamiento, Europa necesita, a medio plazo, una declaración de
dependencia recíproca. Lo que da su fuerza a Europa no es la independen-
cia de los países en cuanto Estados nacionales, sino la dependencia unos
de otros y la cooperación concreta de unos con otros, que es un fenómeno
histórico sin parangón. Los afanes de independencia regional, como el que
hemos vivido recientemente en una parte de catalanes, son expresión de
un nuevo nacionalismo excluyente que también aparece en otras partes