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EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

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mayoría de ellos al social liberalismo, que inicia-

ron Tony Blair en Reino Unido y Gerhard

Schröder en Alemania, en el cambio de siglo, ha

llevado a esta corriente política a la irrelevancia

en buena parte de Europa. Su deriva neoliberal

ha diluido la diferencia entre los proyectos polí-

ticos de la derecha y de la teórica izquierda, hur-

tando a los ciudadanos la posibilidad de elegir

otro camino, o al menos de tener la esperanza

de hacerlo algún día. Bien caro lo están pagan-

do. La percepción de muchos ciudadanos afec-

tados por la crisis es que ahora los partidos po-

pulares o socialistas son iguales y que si quieren

encontrar una solución deben buscarla en alter-

nativas radicales.

El último de los social liberales, François

Hollande, Presidente de la República francesa,

deja al Partido Socialista Francés en una situa-

ción deplorable de la que tardará muchos años

en recuperarse. Según todas las encuestas, el

candidato del PS no superará la primera vuelta

de las elecciones presidenciales, el día 23 de

abril. En la segunda vuelta, el 7 de mayo, los

franceses tendrán que elegir probablemente en-

tre un neoliberal puro de centro derecha,

Emmanuel Macron, y la candidata de la extrema

derecha, Marine Le Pen, lo que da una idea del

grado de debilidad de la izquierda francesa.

Aunque no gane Le Pen, por un voto mayoritario

de rechazo en la segunda vuelta, el triunfo del

neoliberalismo de Macron ya sería un gran paso

en el camino de la desregulación financiera.

Antes, en marzo, el ultranacionalista, isla-

mófobo y antieuropeo Partido de la Libertad de

Geert Wilders quedó segundo en las elecciones

legislativas en Holanda, subiendo tres puntos y

cinco escaños respecto a la elección de 2012.

Aquí también el partido laborista se hundió, pa-

sando del segundo puesto al séptimo, con una

caída del 24,8 al 5,7 % de los votos, y de 38 es-

caños a 9, respecto a 2012, como consecuencia

de su coalición con el partido liberal en la ante-

rior legislatura. En Alemania el SPD ha tenido un

espectacular repunte en las encuestas desde el

nombramiento de Martin Schulz como candida-

to, hasta situarse muy cerca de los mayoritarios

CDU-CSU. No obstante, aunque Merkel sufrirá

un importante desgaste, la vuelta de los libera-

les al Bundestag y la entrada por primera vez de

AfD, alejará la posibilidad de una coalición roja-

verde-roja (con los verdes y la izquierda) y man-

tendrá probablemente a Merkel en el gobierno.

En Italia, la dimisión de Matteo Renzi des-

pués de perder el referéndum de cambio cons-

titucional podría llevar a elecciones anticipadas

este año, tal vez en otoño. El M5S tiene posibi-

lidades de ganar las próximas elecciones, a pe-

sar de que graves errores como el de la alcaldía

de Roma le pueden restar votos, y no se puede

descartar que Grillo pudiera gobernar con algún

apoyo, lo que sería comparable a una victoria de

Le Pen en Francia. Finalmente, en la República

Checa, en las elecciones legislativas que tendrán

lugar en octubre el Partido Socialdemócrata po-

dría perder, según las encuestas, 5 puntos (del

20 % al 15 %), y el primer lugar que obtuvo en

2013, a favor del populista ANO 2011.

Un panorama desolador, como vemos, para

la socialdemocracia que emerge como la princi-

pal perjudicada por la crisis, aunque como he-

mos dicho, se lo ha ganado a pulso. El cuadro

se completa con la deriva autoritaria y antide-

mocrática de Polonia, donde el populismo ya

gobierna –dirigido en la sombra por Jarosław

Kaczynski–, ante el aplauso del húngaro Viktor

Orban y la impotencia de la UE para atajar lo

que es una clara violación de los valores y los

tratados europeos.

Si los socialistas no son capaces de restaurar

su ideario político de izquierdas, presentar una

alternativa coherente y factible a los ciudadanos,

y recuperar la confianza de las clases medias