ESTADOS UNIDOS Y EUROPA: FIN DE ETAPA
59
misión dirigida por Jared Kushner, yerno del pre-
sidente. Esa estrategia negociadora de “Jerusalén
primero” tendría como primer objetivo lograr un
acuerdo de soberanía compartida de Jerusalén,
y luego negociar el resto para definir los térmi-
nos del acuerdo de los dos Estados: territorio,
colonos, refugiados, seguridad. Respecto a Irán,
antes de llegar a la presidencia, Trump había
descalificado el acuerdo nuclear y había prome-
tido desde desmantelarlo por completo, hasta
renegociarlo cuando llegara a la Casa Blanca en
aras de un acuerdo mejor (
a much better deal
).
Pero una actitud de confrontación hacia Teherán
podría resultar muy contraproducente para los
intereses de EE. UU. –que necesitan la colabora-
ción de la Rusia de Putin y de los iraníes para
resolver el rompecabezas de Siria– y abriría un
frente de discordia con la UE, que ha apostado
muy fuerte por el acuerdo nuclear y la reintegra-
ción regional de Irán.
Gobernanza global y cambio climático
En el área de la energía y del cambio climático,
también se registra un retroceso. De continuar
adelante la política prohidrocarburos de Trump
mencionada más arriba, la ruptura entre EE. UU.
y la UE podría resultar inevitable a medio plazo.
Si EE. UU. se descuelga del acuerdo firmado en
París sobre cambio climático, como Trump ha
afirmado que hará, no solo perdería influencia
internacional, especialmente de cara a China –el
coliderazgo de Xi Jin Ping junto a Obama resultó
decisivo para el éxito de la cumbre– sino que
obstaculizaría una de las apuestas multilaterales
más exitosas de la UE, actuando como un incen-
tivo para su incumplimiento por parte de algu-
nos países europeos.
La respuesta de Europa y la nueva relación
transatlántica
En 2017 se cumple el 60.º aniversario de la fir-
ma del Tratado de Roma (25 de marzo de 1957)
que dio lugar a la Comunidad Económica
Europea (CEE). Dicho aniversario confiere más
dramatismo todavía a algunas elecciones clave
para el continente a celebrar este año. La res-
puesta de Europa a la nueva Administración
Trump vendrá condicionada por los resultados
de algunos comicios, en especial las presiden-
ciales en Francia (abril y mayo) y las legislativas
en Alemania (septiembre). En las elecciones ho-
landesas de marzo, el líder antimusulmán Geert
Wilders ha seguido determinando la agenda
política, a pesar de quedar en segundo puesto.
Igualmente, con independencia del resultado, la
simple amenaza de un triunfo o un incremento
muy significativo de las fuerzas de la derecha
xenófoba en Francia o Alemania podría condi-
cionar la acción de los europeos en muchas
cuestiones, desde las relaciones con Rusia hasta
las políticas económica, migratoria o energéti-
cas. Igualmente, la evolución económica en la
zona del euro resulta un factor de vulnerabilidad
política, en un contexto de bajo crecimiento
previsto para 2017, aproximadamente de poco
más de la mitad de EE. UU. (del 1,4 %, frente a
un 2,5 %), y con una inflación por debajo del
2 % del objetivo del BCE. Así las cosas, frente al
amago de giro estratégico de EE. UU., la UE tie-
ne ante sí varias opciones de respuesta.
Una primera respuesta posible es la inacción,
producto de la coyuntura electoral mencionada,
así como de la división entre los 27 respecto a
asuntos como Rusia, la OTAN o la defensa euro-
pea, por parte de gobiernos muy heterogéneos,
algunos de ellos de corte euroescéptico, eurófo-
bo o populista: Reino Unido, Hungría o Polonia.
Dadas las brechas existentes en inmigración