EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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ciente es Grecia (algo que, no obstante, podría
haber cambiado después de 2012).
Si se usa como parámetro la ratio S80/S20,
los valores de 2014 oscilan entre las cotas infe-
riores al 4 de Suecia, Finlandia, Países Bajos y
Bélgica, pero también de Eslovenia, Eslovaquia,
o República Checa, e índices superiores al 6 en
Letonia, Lituania, Estonia, Portugal, Grecia,
España, Bulgaria y Rumanía, que con su tasa del
7,2 registra el mayor nivel de desigualdad de la
UE. En 2014 el segundo puesto en cuanto a
desigualdad era para España, con una tasa del
6,8. Tomando como referencia la ratio de quin-
tiles S80/S20, la desigualdad creció levemente
entre 2005 y 2014 en la media de la UE, si bien
este aumento ganaría fuerza a partir de 2008.
En los países con un desarrollo positivo en tér-
minos generales (parte superior de la
Tabla 4
),
la situación mejora hasta 2008, mientras que en
los países afectados por una creciente desigual-
dad esta se acentúa especialmente a partir de
2008 (exceptuando Alemania, donde la des-
igualdad creció sobre todo hasta 2008, a conse-
cuencia de la política de reformas incluidas en la
“agenda 2012”). La fase de crecimiento vivida
hasta la crisis se caracterizó por lo tanto por un
descenso generalizado de la desigualdad, algo
que se invertiría a partir de entonces.
El mayor aumento se registró en España y
Alemania (en un 1,3), lo que para Alemania re-
presenta un incremento del 34,2 % y para
España del 23,6 % respecto a los valores de
2005 (DE: del 3,8 al 5,1; ES: del 5,5 al 6,8). Este
incremento registrado desde 2005 sitúa porcen-
tualmente a Alemania a la cabeza de la UE, si
bien el nivel de desigualdad es superior en mu-
chos países. Tanto los países escandinavos,
como los países acuciados por la crisis, Grecia y
Chipre (a partir de 2008), también se caracteri-
zaron por su fuertes incrementos. La otra cara
de la moneda la representa Polonia y su éxito a
la hora de atajar la desigualdad. La
Tabla 4
nos
muestra la situación de forma detallada.
Todos los índices de desigualdad observados
hasta este punto hacen referencia a la renta dis-
ponible, es decir, después de impuestos y trans-
ferencias (por lo general como renta doméstica
convertida a su vez en renta equivalente)
6
. La
desigualdad de los ingresos brutos “puros” es
visiblemente superior. El gasto social y el sistema
de impuestos y gravámenes que financian dicho
gasto alteran la distribución de la renta. La
Tabla 5
muestra la distribución de la renta (me-
dida con el coeficiente de Gini) antes y después
de la redistribución propiciada por los impuestos
y las transferencias, a partir de datos de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OCDE). Los países aparecen orde-
nados de menos a más según su índice de des-
igualdad tras la redistribución. La distribución
de los ingresos brutos (antes de la redistribu-
ción) es claramente más desigual que la de la
renta disponible (después de la redistribución).
La mejora del coeficiente de Gini parece supe-
rior en casi todos los Estados miembros de la UE
que en la media de la OCDE, lo que refleja un
mayor grado de redistribución en el seno de la
UE. No obstante, ciertos Estados miembros son
menos redistributivos que otros, como da a en-
tender con claridad la última columna, que pre-
senta la diferencia entre ambos coeficientes de
Gini. Entre estos figuran los países de la periferia
meridional (España, Portugal, Italia; no se dispo-
ne de datos sobre Grecia).
La proporción de gasto social respecto al PIB
constituye un indicador del esfuerzo que hace el
6
Este concepto expresa la ponderación de los individuos
que conforman un hogar, para determinar el efecto de
bienestar generado por la vivienda compartida y los bienes
de consumo más caros, como el coche, la nevera, la
lavadora, etc.).