

EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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solidaridad y confianza en el ámbito de la ener-
gía; 2) plena integración del mercado europeo
de la energía; 3) eficiencia energética como me-
dio de moderar la demanda; 4) descarboniza-
ción de la economía, y 5) investigación, innova-
ción y competitividad. Estas dimensiones se
desarrollaron en una estrategia marco publicada
el 25 de febrero de 2015, que establece quince
puntos de acción: en ellos se incluyó todo lo
posible e imaginable en relación con la política
energética, pero podríamos decir que no hubo
indicaciones claras sobre cuáles son las priorida-
des o el nivel de ambición en cada punto. Un
análisis
1
publicado en enero de 2016 en el mar-
co de una iniciativa que reúne el trabajo de di-
versos grupos de reflexión y universidades de
Europa, llama a la unión energética a centrarse
en tres desafíos fundamentales: una mayor
coordinación de la gobernanza en términos tan-
to políticos como técnicos, la reforma estructu-
ral del diseño del mercado eléctrico y más inte-
gración entre la política energética y los demás
objetivos de las políticas europeas en sentido
amplio.
Posteriormente se han presentado propues-
tas concretas, denominadas paquete Energía
Limpia. La propuesta legislativa se guía sobre
todo por la lógica del mercado eléctrico, y com-
prende aspectos de la producción, transmisión,
distribución y consumo de electricidad. Tiene
por objeto conducir a la Unión y a sus Estados
miembros hacia una integración satisfactoria y
hacia la descarbonización de la combinación de
fuentes eléctricas. En este documento preten-
demos analizar y evaluar una selección de las
1
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Derdevet, M.; Fink, P.; Guillou, A.; Instytut Spraw Public-
znych; Schachtschneider, R.; Scholten, D., Schramm, C.:
New and ambitious or just more of the same? The energy
union at a crossroads. Politik für Europa #2017 plus
, Fun-
dación Friedrich-Ebert-Stiftung, Bonn, 2016.
propuestas con respecto al objetivo de una
energía barata, segura y sostenible para todos,
teniendo en cuenta asimismo los tres desafíos
principales que ya enumerábamos en enero de
2016.
La intrincada red de la política energética
En general, el suministro de energía suele darse
por sentado. En casi todas partes de la UE se
tiene por descontado el acceso a la energía, que
para la mayor parte de las personas garantiza
un determinado nivel de vida. A partir de aquí,
el debate se centra más bien en la naturaleza de
tal energía (renovable, nuclear y fósil), el nivel
de consumo y, desde luego, el precio: “energía
barata y limpia en todo momento del día, de la
semana, del año”. A su vez, la política energéti-
ca es un importante ámbito común a distintos
sectores, que afecta a varios campos interrela-
cionados: cambio climático, competitividad, in-
novación, política exterior, políticas estructura-
les y desarrollo regional, por poner solo algunos
ejemplos. Además, una política energética co-
mún ha de vérselas con múltiples actores, con
intereses divergentes y problemas técnicos y ju-
rídicos extremadamente complejos. Por estas
razones, la política energética se enfrenta actual-
mente a desafíos de proporciones gigantescas.
No es descabellado sostener que las políticas
energéticas europeas y nacionales han sido dis-
tintas y lo siguen siendo, y no siempre guardan
coherencia, ya sea entre Estados miembros o
incluso dentro de un mismo país. Esto se debe
en parte al corsé de los tratados, que permite a la
Comisión formular objetivos a nivel europeo (es
decir, los objetivos para 2020 del paquete de me-
didas sobre cambio climático y energía) pero a la
vez le impide perseguirlos actuando directamente
sobre las combinaciones energéticas nacionales.