

LA UNIÓN EUROPEA DE LA ENERGÍA: ¿MÁS INTEGRACIÓN, O SEGUIR COMO SIEMPRE?
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reconocer que el mundo ha cambiado radical-
mente desde los tiempos en que se concibió el
mercado interior de la energía, en los años no-
venta. Para ir cambiando un sistema basado so-
bre todo en unas centrales de energía fósil ya
amortizadas, centralizadas, con costes variables
en su mayor parte, hacia un sistema que requie-
re nuevas inversiones en energías renovables de
uso intensivo del capital y flexibilidad se necesi-
tan nuevos instrumentos y estructuras de apoyo
(por ejemplo, respuesta del lado de la demanda,
almacenamiento y centrales de reserva). Aunque
la inmensa mayoría de las nuevas inversiones en
generación o flexibilidad eléctricas suponen que
Europa disfruta ahora de algún tipo de apoyo
legislativo (mediante regímenes de apoyo a las
fuentes renovables, mecanismos de capacidad o
ambas cosas), la Comisión parece no darse
cuenta de esta crucial tendencia, y solo propone
mejoras marginales del actual diseño del merca-
do. No ha habido un diagnóstico adecuado de
por qué el diseño de mercado de los años no-
venta puede ser esencialmente inadecuado para
los desafíos de hoy. En otras palabras, la
Comisión está tratando de hacer que las ener-
gías renovables quepan en el viejo traje del mer-
cado, en lugar de renovar el diseño del mercado
con vistas a un futuro basado en las energías
renovables.
El mercado está hoy en una encrucijada: un
creciente volumen de energías renovables des-
centralizadas y volátiles en algunas regiones cho-
can con un exceso de capacidad productiva en la
generación una energía convencional basada en
combustibles fósiles en toda la Unión (parcial-
mente ineficiente y de uso intensivo de carbón),
en un mercado incapaz de atraer unas inversio-
nes adecuadas a largo plazo (problema de falta
de dinero). Con el objetivo global de la descarbo-
nización europea en trasfondo, es poco probable
que la integración sola del mercado interior baste
para generar los resultados perseguidos por la
política formulada sin una mejor coordinación y
sin la mejora y homogeneización de las combi-
naciones energéticas nacionales.
Una coordinación más estrecha de las políti-
cas y planificaciones nacionales requiere la crea-
ción a escala regional de unos operadores so-
metidos al control público (o regulados, tales
como los OST o filiales regionales de varios
OST). Este tipo de operadores permitiría la inver-
sión en energías renovables, almacenamiento,
respuesta de la demanda e instalaciones de re-
serva, al ofrecer a los inversores una seguridad
adecuada mediante contratos a largo plazo, al
tiempo que se garantizaría la competencia entre
ellos. Este nuevo diseño del mercado no susti-
tuiría a los mercados cortoplacistas, que segui-
rían suministrando los incentivos adecuados
para las decisiones operativas y la distribución,
pero sí reemplazaría a los regímenes nacionales
de apoyo a fuentes renovables y mecanismos de
capacidad, actualmente descoordinados (y por
tanto caros).
Financiación de la innovación y de la
tecnología a escala europea
En un sector energético en rápida transforma-
ción, la clave es la innovación. El sistema ener-
gético del futuro se basará en redes inteligentes,
sacará partido de instalaciones de almacena-
miento y vehículos eléctricos, y la digitalización
tendrá efecto sobre toda la cadena de valor.
Para la transición energética europea, es esen-
cial que el sector europeo de la energía siga es-
tando al frente de tales innovaciones. Sin duda
esto no ocurrirá de un día para otro, y se precisa
un enfoque estratégico y verdaderamente euro-
peo hacia políticas públicas que apoyen la I+D+i
y la innovación. Por desgracia, el paquete