EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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garantice la seguridad, interconexión y diversificación de la misma, debe
ocupar un lugar prioritario en el futuro. Pero si el mercado energético es
una prioridad no lo es menos el mercado único digital. La lógica digital es
otro paradigma que está transformando nuestras formas de producir, de
consumir, de comunicarnos y la Unión Europea no debe quedarse a la zaga
de esta gran transformación, incidiendo en sus posibilidades y evitando sus
deformaciones.
La crisis tuvo su origen en las especulaciones y malformaciones de la
industria financiera antes de extenderse como una metástasis a la econo-
mía productiva, al cuerpo social y a las instituciones políticas. Si no quere-
mos que se repita la misma trágica historia hay que abordar y culminar una
profunda reforma del sistema financiero que mediante un eficaz sistema
de supervisión y control conduzca a las finanzas hacia su auténtica misión de
facilitar el crédito a las familias y a las empresas. A ello dedicamos un ca-
pítulo de este informe.
Dentro de los temas sociales y económicos hemos entendido que me-
rece capítulo aparte la negociación del importante Tratado de Libre comer-
cio entre la UE y los EE. UU. Ambos bloques forman la mayor parte de las
transacciones comerciales mundiales y la conclusión satisfactoria del mis-
mo es determinante para el futuro de ambas partes, aunque no a cual-
quier precio: no acertar en su contenido puede ser muy negativo para ese
mismo futuro.
En otro orden de problemas, es evidente que la UE no tiene resuelta la
gran cuestión de las migraciones, ya sean económicas o políticas. El que el
mar Mediterráneo se haya convertido en un inmenso cementerio es uno
de los mayores fracasos de nuestra época y prueba de que no hemos sa-
bido abordar este inmenso drama. A él dedicamos el capítulo VIII de este
informe desde una perspectiva mediterránea.
No creemos que exista, en la actualidad una amenaza mayor a nuestra
seguridad que aquella que tiene su origen en el yihadismo radical que se
extiende desde el Sahel hasta Oriente Medio y cuyo epicentro es el llama-
do Estado Islámico. Los asesinatos de
Charlie Hebdo
en París, o de rehenes
de diferentes países, los centenares de muertos todos los días en Siria, Irak
o Libia por actos terroristas indican la magnitud del problema. La UE nece-
sita una política de seguridad propia para hacer frente a este desafío letal,
en alianza con sus socios y con los países del mundo árabe, igualmente
amenazados. Hemos creído necesario dedicar un artículo de este informe
a tan trascendental cuestión.
Se ha dicho que el fantasma de la guerra fría vuelve a planear sobre la
vieja Europa. Quizá se trate de una exageración, pero si no se aborda y
resuelve con prudencia e inteligencia el conflicto de Ucrania, puede acabar