EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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severamente privadas de recursos materiales pasó en Europa, durante la
crisis, del 9,1 al 9,9%.
La pobreza infantil –está demostrado– tendrá efectos indelebles en lo
cultural, social y físico a lo largo de la vida de esos niños y niñas. En España
la pobreza infantil pasó del 28,2% al 36,3% en cinco años de crisis
(UNICEF).
El coste laboral en la eurozona cayó un 1,1% en 2014. Un 1,4% en el
conjunto de UE. Nada que ver con el aumento muy visible de los beneficios
empresariales; y no digamos del fortísimo apoyo al sector financiero du-
rante la crisis, que llegó a 592.000 millones de euros (el 4,6% del PIB)
entre 2008 y 2012 en la UE, en forma de recapitalización bancaria, y
906.000 millones de euros (el 7,7% del PIB) en forma de garantías y me-
didas de liquidez (datos del Parlamento Europeo). Todo ello a expensas de
los contribuyentes.
No hubo una compensación mínima para atender necesidades sociales,
ni una reforma fiscal progresiva que lo hiciera posible. Todo lo contrario.
Los impuestos indirectos subieron, y lo directos bajaron.
El desafío de la Unión, es, pues, muy evidente. Debe gastar más en
derechos sociales y laborales, debe invertir mucho más en investigación,
innovación y educación, y debe ingresar más ampliando las bases tributa-
rias en una línea de imposición progresiva.
Este es, seguramente, el mejor camino para que el crecimiento inci-
piente en Europa se sostenga al alza y sea capaz de crear un empleo que
merezca ese nombre.
El resto de desafíos para la UE, que se exponen a continuación en este
informe y en sus recomendaciones, solo se podrán afrontar con suficiencia
bajo el gran paraguas de una economía de bases sólidas en producción,
en empleo y en demanda.