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¡TODOS A COMER!
necesita para su supervivencia, mientras que el apetito es la sensación de
querer comer que viene determinada por la forma de presentación de los
alimentos o el contexto social en el que se encuentra la persona. De este
modo, una persona puede sentir apetitito sin necesidad de tener hambre y
picar entre comidas de forma compulsiva determinado tipo de alimentos por
los que tiene preferencia.
La capacidad para diferenciar entre hambre y apetito y la capacidad para
controlar este último son fundamentales para la prevención de obesidad y de
otros trastornos de alimentación. Por desgracia, no siempre es tan sencillo
distinguir entre estos dos términos.
LA DIGESTIÓN
La digestión es el proceso de transformación de los alimentos que comemos
en sustancias más sencillas para que puedan ser absorbidos. Los alimentos
se van degradando en partículas cada vez más pequeñas, hasta llegar a
los componentes que el tubo digestivo absorbe para su utilización como
fuente de energía y para formar o reparar los tejidos del organismo. Todo este
proceso es llevado a cabo por el tubo digestivo y sus órganos accesorios:
hígado, páncreas y vesícula biliar.
La digestión de los alimentos tiene una parte mecánica, en la que el alimento es
triturado hasta las partículas de menor tamaño, y una parte química de la que
se encargan numerosos fermentos y hormonas digestivas.
La digestión comienza en la
boca
,
donde los
alimentos
se trituran con la
masticación y se mezclan con la
saliva
, formándose el bolo alimenticio que
será deglutido hasta el estómago. Pero ya antes de empezar a comer, el
simple pensamiento sobre la comida, su visión o los olores pueden estimular
al cerebro, que comienza a mandar señales para aumentar la salivación (se
nos hace la boca agua) y preparar el aparato digestivo para todo el proceso.
En el estómago continúa la degradación mecánica y química del alimento,
gracias a determinados fermentos gástricos y a la acción del ácido clorhídrico.
El bolo se transforma en una pasta que se llama quimo y que el estómago se
va encargando de liberar lentamente hacia el intestino delgado para continuar
su procesamiento. La fase gástrica, que puede durar alrededor de dos horas,
según la edad y el tipo de alimento que comamos, es lo que coloquialmente se
conoce como «la digestión».