EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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lado, estas innovaciones generan nuevas opor-
tunidades en términos de cooperación y fabrica-
ción. Por otro, obligan a las sociedades a adap-
tarse rápido. Es necesario contar con personas
que tengan los conocimientos, capacidades y
habilidades suficientes para operar en este
“nuevo mundo digital”. Las máquinas cada vez
realizan más funciones, pero están surgiendo
nuevas tareas que requieren que los trabajado-
res se reinventen.
La revolución tecnológica no solo afecta a
los trabajadores y a los modelos productivos,
sino que influye en la sociedad en su conjunto y
en los sistemas de protección social. El cambio
de modelo productivo genera problemas, difi-
cultades y necesidades específicas que la socie-
dad y el estado deben ayudar a subsanar.
Generalmente, las ayudas parten del sistema de
bienestar. Como capitalismo y estado de bienes-
tar son dos caras de la misma moneda (Offe,
1972), las medidas institucionales propuestas
suelen estar estrechamente ligadas. Ambos sis-
temas –el de producción industrial y el de redis-
tribución y protección social– están atravesando
por un cambio digital. Sin embargo, mientras los
sistemas de producción son capaces de adaptar-
se rápidamente, los modelos de estados de bien-
estar parecen seguir caminos ya trazados. El re-
sultado es una mayor presión en las estructuras
que los componen y una creciente necesidad de
cambio. La digitalización influye de dos maneras
muy distintas sobre el estado de bienestar:
– Por un lado, la transformación digital está
creando una nueva era de producción indus-
trial (la “Industria 4.0”). Este fenómeno pue-
de considerarse como un efecto de moderni-
zación externa de los estados de bienestar. Al
modificar la producción y potenciar la auto-
matización y las tecnologías de la comunica-
ción, se generan nuevas demandas laborales
(
cf.
Buhr, 2015). La forma en la que se haga
frente a estos cambios y retos deberá estar
respaldada por los estados de bienestar.
– La digitalización de los estados de bienestar
también conlleva una modernización interna
de los mismos. Por un lado, se centran en el
entorno técnico y en la digitalización de la
administración (proliferación de conexiones
de Internet y ampliación de la banda ancha).
Por otro lado, las medidas de modernización
internas requieren una serie de capacidades
nuevas relativas, por ejemplo, al procesa-
miento de la información, que influyen en
las comunidades y en el mercado laboral. La
manera en la que los estados de bienestar
harán frente a las (nuevas) desigualdades so-
ciales y a la denominada “brecha digital”
resultará decisiva, así como las soluciones
propuestas para contrarrestar los efectos de
la digitalización.
Si se logra un equilibrio entre la moderniza-
ción externa e interna, esta revolución técnica
podrá venir acompañada de una innovación so-
cial que conduzca a una especie de estado de
bienestar 4.0.
Modelos de estados de bienestar
capitalistas
En las investigaciones en las que se comparan
estados de bienestar hay que hacer una distin-
ción entre los modelos existentes (
cf.
Buhr y
Stoy, 2015). Estas categorías son un reflejo de
las experiencias de cada país, su historia social y
política y de los equilibrios de poder existentes.
La obra del sociólogo danés Gøsta Esping-
Andersen (1990) al respecto fue determinante,
y aún hoy resulta relevante. Sus “tres mundos
del estado de bienestar” dividen los sistemas en
las siguientes categorías: liberal, conservador o
socialdemócrata. Cada uno de estos tipos ha