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EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

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medida, Alemania), disfrutan de una velocidad

de conexión mucho más alta que la media (tan-

to en banda ancha como en redes móviles), paí-

ses del sur como Grecia, Croacia, Italia o Francia

necesitan mejorar.

A pesar de que los datos de los países de la

UE son bastante buenos si los comparamos con

los del resto del mundo en términos de infraes-

tructura técnica (ocupando, por regla general,

el tercer puesto en el

ranking

), todavía hay po-

sibilidades de mejora (especialmente en el cam-

po de la conectividad). La infraestructura técni-

ca es solo uno de los muchos factores que

contribuyen al desarrollo de una sociedad digi-

tal. Si tomamos en consideración los muchos

parámetros empleados a la hora de calcular el

DESI (Comisión Europea 2017) –capital huma-

no, uso real de Internet, integración de las tec-

nologías digitales en la economía y el desarrollo

de los servicios públicos– observaremos nota-

bles diferencias entre los estados miembro. Los

datos muestran qué avances se han hecho y qué

zonas europeas precisan mayor atención en tér-

minos de digitalización.

La digitalización de la economía, la mejora

del capital humano y la potenciación de las ha-

bilidades digitales de los ciudadanos resulta cla-

ve para mejorar el estado de bienestar y contri-

buir al desarrollo económico de la UE. Este

hacho queda sobradamente demostrado cuan-

do analizamos, por ejemplo, la relación existen-

te entre el nivel de integración de las tecnolo-

gías digitales y el PIB per cápita (

Gráfico 2

). Los

países que mejor se han adaptado a las tecnolo-

gías digitales suelen registrar mejores resultados

económicos y viceversa.

Si analizamos el desarrollo de los países en-

cuestados en términos del DESI, veremos los

puntos fuertes y flaquezas de cada país. Esto

puede servir como ejemplo a otros países con

un modelo de estado de bienestar parecido.

Suecia, por ejemplo, parece estar a la cabeza en

lo que a digitalización se refiere, mientras que

Estonia y España cuentan con buenos sistemas

digitales de gobierno y administraciones públi-

cas. El Reino Unido y Estonia, por su parte, re-

gistran buenos datos en lo que a uso de Internet

y capital humano se refiere. En general, excepto

en el caso de Suecia y, en menor medida, de

Alemania, parece que los problemas surgen al

tratar de integrar las tecnologías digitales en la

economía (“Industria 4.0”) e implantar sistemas

electrónicos de administración pública en la

Unión Europea (ver

Gráfico 2

). Dicho esto, ¿qué

aspecto tienen los perfiles digitales de los siete

países analizados? ¿Y cuáles son sus fortalezas

y debilidades en ámbitos políticos específicos?

Caminos diferentes hacia el estado de

bienestar 4.0. Mercado laboral y sanidad

La creciente digitalización de las redes de valor

añadido, el mayor uso de las nuevas tecnolo-

gías, los procesos de producción flexibles y las

nuevas formas de entender el trabajo están

transformando los modelos de estado de bien-

estar. La digitalización influye en ámbitos tan

diversos como la educación, el mercado laboral,

la ciencia, la innovación y la sanidad. El siguien-

te apartado analiza brevemente dos de los cam-

pos más afectados por la digitalización y para

los que este avance ofrece un enorme potencial

de innovación: el mercado laboral y la sanidad.

Mercado laboral

La digitalización afecta al mercado laboral, en-

tendido como el núcleo desde el que se distribu-

yen oportunidades vitales y seguridad social en

las sociedades de mercado capitalistas, de dos