EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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mejor posición, ya que el grado de moderniza-
ción interna de sus estados de bienestar es mu-
cho más avanzado que en el de la mayoría de
los modelos liberales, poscomunistas, medite-
rráneos y conservadores. La capacidad de inno-
vación de un país parece estar muy ligada a su
grado de modernización interna, lo que de-
muestra que la infraestructura social y digital
van de la mano. El cambio no consiste única-
mente en lograr mayor cobertura y conexiones
rápidas a Internet, sino que implica crear redes
interconectadas y pensar en términos transver-
sales (a través de la educación, la capacitación y
la formación). En lo que respecta a las políticas
laborales, se trata de invertir en innovación y
potenciar el uso de las nuevas tecnologías (capi-
tal humano). También es necesario estudiar y
analizar de antemano las posibles consecuen-
cias que tendrán estos avances y el grado de
participación o implicación de los usuarios po-
tenciales (capital estructural). De esta manera,
los trabajadores se convertirán en impulsores
del cambio en lugar de sufrirlo. La idea es que,
a través de la participación, las innovaciones flo-
rezcan y mejoren los lazos sociales (capital rela-
cional), en especial en el campo sanitario. El in-
dicador para medir la capacidad innovadora (IIT,
2018) muestra la fuerte conexión que existe
entre una infraestructura social sólida y la capa-
cidad de innovación de una sociedad. Una vez
más, vemos que los estados de bienestar basa-
dos en la socialdemocracia ocupan los primeros
puestos (Suecia, Finlandia), seguidos por aque-
llos con modelos más conservadores (como
Austria o Alemania).
A la luz de lo anterior, sería bueno que los
gobiernos y las administraciones públicas se
centraran en los efectos de estas modernizacio-
nes internas y emplearan la digitalización para
mejorar, por ejemplo, los sistemas educativo y
sanitario (haciéndolos más equitativos y accesi-
bles a aquellos que viven no solo en ciudades,
sino también a los que proceden de zonas rura-
les). Para ello, es necesario romper con las polí-
ticas de austeridad e invertir en, por ejemplo,
innovación, desarrollo, educación, infraestruc-
turas sociales y soluciones digitales.
¿Qué características tendría un estado de
bienestar 4.0? Puede que estas: mediante la di-
gitalización, el estado de bienestar podría asu-
mir los riesgos de una mayor flexibilización y
ofrecer oportunidades laborales sin límites de
espacio u horario (un requisito importante a la
hora de contribuir al progreso social, al permitir
que más gente disfrute de una vida indepen-
diente, activa y sana). Para que esta visión se
convierta en una realidad se precisa no solo un
empuje económico y social, sino también un es-
tado de bienestar que invierta en el futuro y cree
más oferta (a través de la investigación, las co-
nexiones rápidas a Internet, etc.) y más deman-
da (gasto público, educación, formación, etc.),
siempre con el fin de potenciar el desarrollo y un
crecimiento integrador.