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EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

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ningún mecanismo de rendición de cuentas en-

tra ambas cámaras. Los miembros del Consejo

responden ante sus parlamentos nacionales y el

trabajo del Parlamento Europeo ante los ciuda-

danos directamente. En todo caso, en los casos

que siguen el procedimiento de consulta, el

Consejo no tiene obligación alguna de notificar

al Parlamento la toma en consideración o no de

las recomendaciones emitidas por el propio

Parlamento. Y esta laguna debería ser corregida

con un seguimiento más estricto de las posicio-

nes del Parlamento y, en su caso, con una revi-

sión de los tratados que obligue, al menos, a

emitir una respuesta por parte del Consejo

mientras ampliamos el campo de actuación del

trámite legislativo ordinario.

Por otra parte, el conjunto de instituciones

independientes de la UE, desde el BCE, pasando

por el Mecanismo Único de Supervisión y el de

Resolución, los organismos supervisores como la

Autoridad Europea de Valores y Mercados

(ESMA) responden directamente ante el

Parlamento Europeo. Así, el BCE comparece de

manera periódica en el Parlamento; además se

elaboran informes anuales sobre la actuación del

propio banco y está sujeto a un control adicional

a través de preguntas escritas. Otros organismos

supervisores reducen su rendición de cuentas a

comparecencias ante el Parlamento, con mayor

o menor grado de control en virtud de la natura-

leza de la institución. En todo caso, este control

por parte del Parlamento es similar al ejercicio

por otras cámaras legislativas en cualquier de-

mocracia nacional. Sin embargo, el problema se

encuentra de nuevo en el control de las institu-

ciones intergubernamentales que no están inte-

gradas plenamente en el acervo comunitario.

Así, la supervisión del Banco Europeo de

Inversiones (BEI) es sustancialmente menor que

la ejercida sobre el BCE y, en el caso, del MEDE,

el control es nulo en estos momentos.

Los problemas del control parlamentario son

mayores cuando discutimos el papel del

Eurogrupo, los rescates financieros, la revisión

del marco fiscal de la UE y, en general, todas

aquellas cuestiones que han acentuado el perfil

intergubernamental en la pasada legislatura. En

todo caso, el poder creciente del Eurogrupo en

el marco de la política de la zona euro ha perfi-

lado una institución

de facto

que necesita un

marco institucional bajo el prisma del método

comunitario. Es cierto que el Parlamento acordó

con el presidente del Eurogrupo la celebración de

comparecencias periódicas, pero también lo es

que el actual marco de relaciones no incorpora la

posibilidad de realizar preguntas escritas para re-

doblar ese control u otras medidas. Ese problema

de falta de institucionalización ha permitido que

la negociación y seguimiento de los rescates haya

estado fuera del campo de actuación del propio

Parlamento, aun cuando este ha realizado varios

informes sobre su implementación.

En la misma línea se encuentra el reforza-

miento del papel de la Comisión en el segui-

miento de la política presupuestaria de los

Estados miembros, acordada vía regulación or-

dinaria, pero también a través de un tratado

intergubernamental fuera del método comuni-

tario. El actual modelo de Semestre Europeo, el

marco que fiscaliza el comportamiento de los

Estados, presenta una rendición de cuentas ante

el Parlamento reducida.

En todo caso, en la presente legislatura se

está intentando revertir parcialmente estos pro-

blemas de legitimidad democrática. Por una

parte, se ha configurado un grupo de trabajo en

el seno del Parlamento para elevar esa capaci-

dad de supervisión, pero, sin duda, es todo muy

insuficiente hasta que no se logre incardinar ins-

titucionalmente al Eurogrupo. Y, por otra, la

Comisión ha revisado el papel del Parlamento a

través de una reforma del calendario del