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POLÍTICA MONETARIA Y ECONOMÍA PRODUCTIVA EN LA EUROZONA

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interrelación directa y que, por lo tanto, deben

ser analizadas de forma claramente diferenciada.

Sin embargo, el análisis de los objetivos y

los instrumentos de la política monetaria revela

con claridad que esto no es –o no debe ser– así.

Como veremos, la focalización de los objetivos

de gestión de la oferta y de la demanda de di-

nero es intrínsecamente inseparable del impulso

de la economía real y productiva. Y ello obliga a

los expertos a explicar con total claridad y trans-

parencia si la política monetaria puede o no

gestionarse de una forma más eficiente desde la

perspectiva de la economía productiva europea.

Teniendo en cuenta la dimensión de los recursos

implicados, ello obliga también a agentes polí-

ticos y responsables públicos a un rápido repo-

sicionamiento. Si, como todo parece indicar, la

política monetaria puede ser gestionada de una

forma sensiblemente más eficiente y que evite

la dilapidación de nuestros recursos, entonces la

clase política europea debe actuar de inmediato.

La economía real como destino de la

política monetaria

Política monetaria y política de inversión

En círculos académicos y también en círculos

políticos es habitual analizar y gestionar la po-

lítica monetaria y la política de inversión como

si fueran ámbitos radicalmente independientes.

Sin embargo, parece evidente que, en am-

bos casos, nos estamos refiriendo a la inyección

de dinero público en la economía. De ahí que

la dialéctica habitual, en conversaciones infor-

males, comentarios en los medios de comu-

nicación, etc., interprete tanto las políticas de

impulso de la inversión como las políticas mone-

tarias expansivas como “políticas de estímulo”

o “políticas de reactivación”.

Sin embargo, cuando se interpela a los ges-

tores o responsables del BCE sobre su potencial

papel en la política de inversión, la respuesta

sistemáticamente recibida es siempre la misma:

“nuestra responsabilidad no es la política de

inversión sino la política monetaria y no pode-

mos salirnos de este marco que nos impone el

Tratado de la Unión Europea (TUE)”. Respuestas

similares son habituales también en otros ámbi-

tos institucionales o académicos.

Es evidente que entre política de fomento de

la inversión y política monetaria existen diferen-

cias estructurales sustanciales, que bien pueden

sintetizarse en dos ámbitos fundamentales:

– En cuanto al origen de los recursos utilizados.

– En cuanto a la finalidad de la inyección de

estos recursos en la economía.

Desde la perspectiva del origen de los recur-

sos, mientras en el caso de la política monetaria

nos encontramos con “nuevos” recursos finan-

cieros creados por el propio Estado, con base en

la potestad de creación de dinero atribuida en

concreto a la autoridad monetaria, en la política

de fomento de la inversión se trata de recursos

presupuestarios de distintas entidades públicas,

captados habitualmente a través de la recauda-

ción de impuestos o de la emisión de deuda.

En cuanto a la finalidad de la inyección de

estos recursos en la economía, en el caso de la

“política de fomento de la inversión” se trata

precisamente de impulsar la inversión privada

o pública en el conjunto de la economía, casi

siempre a través de la concesión de créditos o

avales. Por el contrario, en la política monetaria,

el objetivo básico establecido en el TUE es incidir

en la oferta y demanda de dinero con el fin de

mantener la estabilidad de precios.

Sin embargo, ya hemos indicado cómo el

lenguaje habitual relaciona directamente las

decisiones expansivas de la política monetaria

con “el impulso de la actividad económica”, “la