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LA GOBERNANZA GLOBAL DEL CLIMA Y LA ENERGÍA: LA CUMBRE DEL CLIMA DE PARÍS

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en otros países: gaseoductos desde Argelia (que

atravesarán Cataluña a través del gaseoducto

MidCat) y Azerbaiyán, y nuevas líneas de alta

tensión, por ejemplo desde Israel a Grecia, entre

Noruega y Reino Unido y entre España y Francia

a través de los Pirineos.

No faltan las voces críticas con esta estra-

tegia, que afirman que se repite de esta forma

una estrategia del pasado: el uso de recursos

públicos para reforzar, facilitar y asegurar la ren-

tabilidad de las grandes empresas energéticas,

haciendo depender de nuevo a la población eu-

ropea de fuentes fósiles de energía, con precios

extremadamente volátiles, producidos en países

con gobiernos poco o nada transparentes, fuen-

tes que además son finitas y profundamente con-

taminantes. Estas grandes inversiones públicas no

se producen sin embargo en el sector de las ener-

gías renovables. Energías de las que dispone en

abundancia la UE, que son infinitas y, de momen-

to, gratuitas. Hay que recordar que la UE importa

el 53 % de la energía que consume. El 90 % en

forma de petróleo, 66 % del gas natural y 42 %

de carbón. En 2013 estas importaciones supusie-

ron un gasto de 400.000 millones de euros.

La política europea de cambio climático, el

Acuerdo de París y la COP21

El año 2015 fue el año de la lucha contra el

cambio climático para Europa. Como adelantá-

bamos más arriba, en diciembre se celebró la

21.ª Conferencia de las Partes (COP21) de la

Convención Marco de Naciones Unidas contra

el Cambio Climático (UNFCCC). El resultado

más importante de esta conferencia fue la apro-

bación del Acuerdo de París, adoptado por los

195 países miembros de la Convención.

Según el Acuerdo los países se comprometían

de manera colectiva a reducir drásticamente las

emisiones de gases de efecto invernadero para

no elevar a más de 2 °C –y hacer todo lo posible

para no superar 1,5 °C– la temperatura media

global del planeta, frente a niveles preindustria-

les. El acuerdo no especifica sin embargo qué

niveles exactos de reducción deben darse ni es-

pecifica su calendario de reducción. Se acordó

que cada uno de los países presentará un plan

nacional de cambio climático, que reflejará las

prioridades de acción climática por parte del

país especificando la dimensión temporal de

las medidas. Además, todos los países deben

comunicar en 2020 sus estrategias de descar-

bonización a largo plazo. Para preparar este

documento, la Comisión trabaja en un análisis

de las transformaciones económicas y sociales

que esta estrategia significará para la UE ali-

mentar con datos el debate político que tendrá

lugar en el Parlamento Europeo y Consejo. La

Conferencia de la Convención revisará, perió-

dicamente, estos planes, estableciendo meca-

nismos que identifiquen medidas de mejora y

que provean recomendaciones para aumentar

la ambición de cada país y asegurar así el cum-

plimiento del objetivo global establecido por el

acuerdo. Se contabilizará el grado de cumpli-

miento del acuerdo, es decir el aumento de la

temperatura media global, resultado del esfuer-

zo colectivo de los países en reducción de emi-

siones y se decidirán medidas complementarias,

si fuera necesario, en caso de alejamiento del

objetivo.

La UE había presentado su compromiso unos

meses antes, en marzo de 2015. Este compromi-

so recoge los resultados del paquete clima y ener-

gía 2030 ya aprobado por la UE en octubre 2014

(Conclusiones del Consejo Europeo 23 y 24 de

octubre de 2014). En concreto se incluía un 40 %

reducción de emisiones en 2030 en base a datos

de 1990 en el conjunto de la Unión Europa. No

se establece el reparto de esta reducción entre