EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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los ochenta, la exclusión de Schengen o la no
participación en el euro así lo corroboran. Reino
Unido también se ha opuesto al desarrollo de
la escasa dimensión social de la UE (en 1992 se
excluyó de la Carta Social Europea contenida en
el Tratado de Maastricht, pero Tony Blair revocó
el
opt-out
en 1997, en el año 2007 se restrin-
gieron los efectos para Reino Unido de la Carta
de los Derechos Fundamentales de la Unión
Europea mediante la inclusión del protocolo 30
en el Tratado de Lisboa), así como a la participa-
ción en el área de libertad, seguridad y justicia.
Con todo, Reino Unido no es el único miem-
bro de la UE en el que el euroescepticismo juega
un papel importante en la política nacional, y
cualquiera que sea el resultado del referéndum
del 23 de junio de 2016 el daño ejercido sobre
el proyecto europeo puede ser irreversible.
Las consecuencias del Brexit
Durante los meses previos al Consejo Europeo
de febrero de 2015 se han publicado numero-
sos estudios e informes sobre las consecuencias
que el
Brexit
tendría tanto para Reino Unido
como para el resto de la UE.
El planteamiento básico de los euroescép-
ticos británicos se basa en tres ideas (Dixon,
2015)
2
:
– La pertenencia dReino Unido a la UE es con-
traproducente.
– La probabilidad de reformar la UE es nula.
– Las perspectivas fuera de la UE son magníficas.
Por el contrario, los defensores de la per-
manencia argumentan en contra de esos tres
principios.
2
Dixon, Hugo:
The in/out question
. Amazon: Kindle Sin-
gles, 2015.
Sintetizando planteamientos, Reino Unido re-
presenta menos del 1 % de la población mundial
y su economía menos del 3 % del PIB mundial.
La UE es una manera práctica de asegurar la
prosperidad y seguridad futura de sus ciudada-
nos en un mundo en el que existen poderosí-
simos grupos de naciones y también naciones
individuales que exigen a las naciones europeas
trabajar juntas en ámbitos como el comercio, la
defensa o las relaciones exteriores.
Asimismo, es innegable el profundo grado
de integración social y cultural de la sociedad
británica con la del resto de Europa, integración
que es más intensa para los más jóvenes.
Los partidarios de la permanencia defienden
la reforma de determinadas políticas de la UE,
como la Política Agraria Comunitaria (PAC), las
políticas estructurales y de cohesión o la regu-
lación de determinadas actividades económicas
y sobre todo su dimensión social. Sin embar-
go, esa perspectiva crítica es compatible con la
defensa de la permanencia por los beneficios
netos que la permanencia reporta.
El mercado único (500 millones de consu-
midores) es responsable de 3,1 millones de em-
pleos directos y 1,1 millones indirectos en Reino
Unido, un total de 4,2 millones. Al mismo tiem-
po, la aportación dReino Unido al presupues-
to comunitario equivale al 0,5 % del PIB, un
porcentaje sin duda perfectamente sostenible.
Según la última encuesta de la Confederación
de la Industria Británica, el 78 % de las pymes
del país defiende la permanencia.
Las consecuencias para el comercio de bie-
nes y servicios británicos de un Reino Unido no
comunitario son imprevisibles. Reino Unido for-
ma parte del bloque comercial más grande del
mundo, equivalente al 20 % del PIB mundial,
dimensión que se traduce en el contenido de las
negociaciones con gigantes como los Estados
Unidos, China o Japón. Reino Unido se posicio-