EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
94
oportunidad para vivir mejor, sino una posibili-
dad para salvar sus vidas y poder vivir en paz,
porque ser refugiado no se elige.
¿Un problema europeo?
No podemos negar que Europa está viviendo en
los últimos tiempos un incremento en la llegada
de personas refugiadas, pero desde luego no se
trata de una emergencia inasumible, ni como ya
se ha señalado anteriormente, ha sido algo im-
previsible.
Mientras existe la creencia o percepción de
que Europa está recibiendo más presión que
ningún otro lugar, y que no se tiene capacidad
suficiente para acogerlos, la realidad es otra, y
para analizarlo hay que tener una visión más
amplia del fenómeno.
La realidad es que tan solo el 10 % de las
personas refugiadas logra llegar a países del lla-
mado primer mundo. El resto permanecen
como desplazados internos en sus propios paí-
ses o huyen hasta países vecinos empobrecidos,
con características sociopolíticas similares a las
de sus lugares de origen.
El caso de Siria es especialmente impactante
en la actualidad. El conflicto en Siria expulsa a
diario a más de seis mil personas. Más de
250.000 seres humanos han fallecido, 12.500
de ellos eran menores de edad, desde el inicio
del conflicto, que ya supera su quinto año.
Dentro del país hay más de 13,5 millones de
desplazados internos.
El conflicto afecta gravemente a la infancia.
Más de 5,5 millones de niños y niñas sufren en
Siria situaciones de extrema pobreza, según da-
tos del Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia (UNICEF).
En este momento existen más de 4,2 millo-
nes de refugiados procedentes de este país, los
cuales han sido acogidos principalmente por
los países vecinos (2,6 millones se encuentran
en Turquía, 1,1 millones en Líbano y 637.000 en
Jordania).
Para visualizar la dimensión, tenemos que
hacer un paralelismo. Si la Unión Europea (UE)
tuviera la misma proporción de personas refu-
giadas que Líbano tiene en estos momentos,
tendría que acoger a alrededor de 135 millones
de refugiados. Sin embargo, el reparto que ha
propuesto la Comisión Europea de 180.000
personas refugiadas, en los quinientos millones
de habitantes que conformamos la UE, va a su-
poner tan solo el 0,036 % de la población.
Fronteras cerradas, derechos vulnerados
Mientras la vieja Europa se da golpes de pecho
con una mano para condenar la dramática si-
tuación que sufre actualmente la población si-
ria, con la otra se aferra a políticas orientadas
fundamentalmente al blindaje de fronteras que
impiden la llegada de las personas refugiadas
con un mínimo de garantías.
A la par que los líderes europeos regatean a
la baja en las cuotas de acogida y retrasan las
medidas a adoptar, se aceleran los acuerdos
para levantar y fortalecer las vallas fronterizas.
Aproximadamente 260 kilómetros de cemento
y alambradas se han puesto en pie en los últi-
mos años, el mayor símbolo visible de insolida-
ridad institucional que evidencia la crisis de va-
lores a la que se enfrenta Europa. Bulgaria,
Grecia, Hungría, Calais, Ceuta y Melilla, hasta
siete vallas se han decidido levantar o reforzar
en los países de la UE con el propósito de frenar
el paso de personas refugiadas y migrantes.
Pero está demostrado que por más que se
invierte en vallas y controles no llegan menos
refugiados, sino que se incrementa el peligro,