

PRESENTACIÓN
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libertad, la paz, la variedad cultural y la prosperidad se verían amenazadas,
y en consecuencia también la posibilidad de mantener un modelo social
diferente al de EE. UU. o al capitalismo asiático.
Hacen falta soluciones europeas que tengan en cuenta y protejan la
democracia en cada Estado y en el conjunto. Un nuevo contrato social
sería hoy la clave para una política europea progresista que introduzca una
unión democrática de bienestar y seguridad. La regulación del capitalismo
europeo globalizado aporta una oportunidad: en su día, los progresistas
trabajaron para contener la economía de mercado en la nación/estado;
ahora, su labor consiste en poner en marcha nuevos patrones reguladores
para un capital globalizado. Dichas políticas europeizadas tienen sentido,
pero solo si son realmente capaces de controlar el mercado y no, como
hasta ahora, solo respaldar la globalización económica, en nombre del
mercado interno y de la política de competencia. También son posibles
alianzas más amplias: existe cada vez más conciencia, incluso en sectores
de la comunidad empresarial, sobre los negativos efectos secundarios eco-
nómicos, sociales y políticos de la desigualdad creciente.
De otra parte, opciones de integración diferenciadas harían posible
reconciliar los intereses de los que quieren avanzar más con los de aquellos
que prefieren ir más despacio. Esto ofrece a aquellos Estados miembros
que deseen la integración, y sean capaces de obtenerla, posibilidades de
una cooperación más intensa en varias áreas políticas de cara a una inte-
gración más profunda. A los demás les ofrece soluciones que tienen en
cuenta sus reservas en lo referente a la integración política. Se ofrecerían
nuevas políticas de desarrollo a los nuevos Estados miembros sin el rígido
corsé de los criterios de rendimiento social o económico que inicialmente
amenazan con abrumarlos.
No obstante, Europa lleva mucho tiempo dominada por mercados que
cambian a una velocidad vertiginosa. La política democrática debe tomar
ahora el relevo.
Los hechos y sus consecuencias
Entre los acontecimientos más importantes podríamos mencionar el auge
de los nacionalismos y de los llamados “populismos” en una serie de paí-
ses, que ponen en cuestión la propia existencia de la Unión, como sería el
caso de un triunfo del Frente Nacional de Le Pen en las próximas elecciones
presidenciales francesas. Un nacionalismo-populismo que recorre Europa
y que no es precisamente un fantasma, sino que recibe su alimento de una
dura crisis económica, mal e injustamente gestionada, que ha dejado