LÍNEAS DE CONFLICTO EN ALEMANIA SOBRE LA REFORMA DE LA UE
43
áreas que ya no puede regular solo el Estado
miembro, porque hay que lidiar con aspectos
externos transfronterizos o con desafíos comu-
nes, deberían tratarse a nivel supranacional o, al
menos, con cierta coordinación. Esto se aplica a
la política comercial en el mercado interior o al
control de la migración en la UE.
El gran conflicto sobre la futura evolución de
la UE va más allá de una mera postura a favor o
en contra del proyecto de integración: en múlti-
ples conflictos políticos, la línea de demarcación
central es más bien de tipo económico. Existe
un desacuerdo teórico entre la creencia en una
unión de Estados que automáticamente hace
un uso óptimo de los beneficios de la integra-
ción de mercado, por un lado, y la creencia en
la necesidad de intervención política y diseño
para corregir los fallos del mercado, por el otro.
Así, el debate iniciado en medio de la crisis
del euro en 2011 sobre la reforma de la unión
monetaria, y que sigue vigente en la actualidad,
revela la existencia de dos paradigmas económi-
cos centrales diametralmente opuestos, que
hasta el momento han impedido llegar a un
acuerdo. Este conflicto existe entre los Estados
miembros de la Unión, pero también dentro de
muchas clases políticas nacionales. La coalición
gobernante de Alemania formada por democra-
tacristianos y socialdemócratas contiene tanto
partidarios de una unión de estabilidad como de
una unión fiscal; la gran mayoría, incluidos mu-
chos socialdemócratas, apoyan una unión de
estabilidad. Ambos conceptos se explican en
detalle en las siguientes dos secciones.
Una unión de estabilidad basada en la fe en el
mercado
En el debate político sobre la reforma de la
unión monetaria, los defensores de inspiración
ordoliberal de una unión de estabilidad resaltan
la importancia de la estabilidad monetaria inte-
rior (inflación) y exterior (tipo de cambio) como
una base que el Estado debe garantizar para
que los mercados actúen de forma eficiente y
generen crecimiento y bienestar. En una unión
monetaria, la política fiscal de cada uno de los
Estados debe definirse claramente para no po-
ner esto en peligro. Al fin y al cabo, es crucial
evitar de la manera más efectiva posible el crear
incentivos para políticas nacionales equivocadas
a fin de minimizar el peligro del riesgo moral.
Esta concepción del funcionamiento de una
unión monetaria se plasma en el análisis de la
crisis del euro. De este modo, los partidarios de
una unión de estabilidad hacen hincapié en el
no cumplimiento de los límites de déficit y deu-
da del Tratado de Maastricht o del Pacto de
Estabilidad y Crecimiento. Se critican constante-
mente las presuntas políticas negligentes de los
Estados en crisis antes de la crisis financiera,
que, según ellos, hicieron perder competitivi-
dad, permitieron la formación de burbujas de
mercado de consumo e inmobiliario alimenta-
das por el crédito y retardaron reformas estruc-
turales en el mercado laboral y de cara a la sos-
tenibilidad a largo plazo de las finanzas públicas.
Básicamente se señala como causa de la crisis
las políticas erróneas de los Estados nacionales
dentro del marco institucional de la unión mo-
netaria. Por consiguiente, el incumplimiento de
la política de estabilidad necesaria derivó en la
crisis económica, que, por lo tanto, fue princi-
palmente autoinfligida.
Partiendo de la perspectiva de una unión
monetaria eficiente en cuanto a la economía de
mercado, con flujos de capital libres pero con
movilidad reducida del factor de producción
“trabajo”, la única variable para restaurar la
competitividad es entonces la reducción nacio-
nal de precios a través de recortes salariales. Los