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LÍNEAS DE CONFLICTO EN ALEMANIA SOBRE LA REFORMA DE LA UE

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áreas que ya no puede regular solo el Estado

miembro, porque hay que lidiar con aspectos

externos transfronterizos o con desafíos comu-

nes, deberían tratarse a nivel supranacional o, al

menos, con cierta coordinación. Esto se aplica a

la política comercial en el mercado interior o al

control de la migración en la UE.

El gran conflicto sobre la futura evolución de

la UE va más allá de una mera postura a favor o

en contra del proyecto de integración: en múlti-

ples conflictos políticos, la línea de demarcación

central es más bien de tipo económico. Existe

un desacuerdo teórico entre la creencia en una

unión de Estados que automáticamente hace

un uso óptimo de los beneficios de la integra-

ción de mercado, por un lado, y la creencia en

la necesidad de intervención política y diseño

para corregir los fallos del mercado, por el otro.

Así, el debate iniciado en medio de la crisis

del euro en 2011 sobre la reforma de la unión

monetaria, y que sigue vigente en la actualidad,

revela la existencia de dos paradigmas económi-

cos centrales diametralmente opuestos, que

hasta el momento han impedido llegar a un

acuerdo. Este conflicto existe entre los Estados

miembros de la Unión, pero también dentro de

muchas clases políticas nacionales. La coalición

gobernante de Alemania formada por democra-

tacristianos y socialdemócratas contiene tanto

partidarios de una unión de estabilidad como de

una unión fiscal; la gran mayoría, incluidos mu-

chos socialdemócratas, apoyan una unión de

estabilidad. Ambos conceptos se explican en

detalle en las siguientes dos secciones.

Una unión de estabilidad basada en la fe en el

mercado

En el debate político sobre la reforma de la

unión monetaria, los defensores de inspiración

ordoliberal de una unión de estabilidad resaltan

la importancia de la estabilidad monetaria inte-

rior (inflación) y exterior (tipo de cambio) como

una base que el Estado debe garantizar para

que los mercados actúen de forma eficiente y

generen crecimiento y bienestar. En una unión

monetaria, la política fiscal de cada uno de los

Estados debe definirse claramente para no po-

ner esto en peligro. Al fin y al cabo, es crucial

evitar de la manera más efectiva posible el crear

incentivos para políticas nacionales equivocadas

a fin de minimizar el peligro del riesgo moral.

Esta concepción del funcionamiento de una

unión monetaria se plasma en el análisis de la

crisis del euro. De este modo, los partidarios de

una unión de estabilidad hacen hincapié en el

no cumplimiento de los límites de déficit y deu-

da del Tratado de Maastricht o del Pacto de

Estabilidad y Crecimiento. Se critican constante-

mente las presuntas políticas negligentes de los

Estados en crisis antes de la crisis financiera,

que, según ellos, hicieron perder competitivi-

dad, permitieron la formación de burbujas de

mercado de consumo e inmobiliario alimenta-

das por el crédito y retardaron reformas estruc-

turales en el mercado laboral y de cara a la sos-

tenibilidad a largo plazo de las finanzas públicas.

Básicamente se señala como causa de la crisis

las políticas erróneas de los Estados nacionales

dentro del marco institucional de la unión mo-

netaria. Por consiguiente, el incumplimiento de

la política de estabilidad necesaria derivó en la

crisis económica, que, por lo tanto, fue princi-

palmente autoinfligida.

Partiendo de la perspectiva de una unión

monetaria eficiente en cuanto a la economía de

mercado, con flujos de capital libres pero con

movilidad reducida del factor de producción

“trabajo”, la única variable para restaurar la

competitividad es entonces la reducción nacio-

nal de precios a través de recortes salariales. Los