¡TODOS A COMER!
Respetar los ritmos naturales. Es normal que los niños rechacen los nuevos
alimentos. Por eso es importante insistir en su presentación en varias ocasiones
(por ejemplo, diez veces), a lo largo de diferentes días, pequeñas cantidades y en
distintas formas, para ayudar a que el niño se habitúe al alimento
Mismo lugar, misma hora, mismo tiempo. Crear y cumplir unos horarios de
comida definidos y dedicar a estos momentos un tiempo homogéneo facilita la
incorporación de rutinas
Destinar al lugar de la comida un lugar diferente que le ayude a distinguir entre
diferentes actividades de su día a día como jugar, dormir, etc.
Hacer de las comidas un momento placentero. Convertirlo en un momento de
reunión y convivencia familiar en el que se fomente el diálogo y el encuentro
relajado y distendido que ayude a que el niño comience a relacionarlo con algo
positivo del día
Evitar distracciones como televisión, consolas, el exceso de ruido o cualquier otro
tipo de sobreestimulación que entorpezca la tarea. Se puede distraer a los niños,
pero a través de juegos que se inventen los padres y los niños y que tengan que
ver con la comida (por ejemplo, cantar canciones)
Limitar la duración de las comidas. No prolongar excesivamente el tiempo de las
comidas (20-25 minutos). Si durante ese tiempo el niño se ha negado a comer, se
le debe retirar el plato sin insistirle ni enfadarse. No se le sustituirá ni compensará
con ningún otro alimento
No picar entre horas. Hay veces que con tal de que el niño coma se permite
que ingieran otro tipo de alimentos en otros momentos del día. Esto resulta
perjudicial porque se desmontan rutinas y se eliminan la relación que debe existir
entre sentarse a la mesa y tener hambre. Si en el horario establecido no come
adecuadamente, se debe evitar que ingiera ningún alimento hasta la hora de la
comida siguiente, que no ha de ser ni diferente ni más abundante de lo previsto
para compensar el hambre atrasada
Ofrecer al niño unos menús variados y atractivos, que incluyan alimentos diferentes
y le faciliten disfrutar con la comida. Los menús rígidos y repetitivos, lejos de
estimular al niño, le producen aversión hacia ciertos alimentos. Si el niño rechaza
un tipo de alimento, este puede sustituirse por un equivalente nutricional
Estimular el apetito. Ajustar las porciones a la capacidad digestiva y a la demanda
del niño, ya que no todos los días se tiene el mismo apetito. Es muy importante
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