¡TODOS A COMER!
la vez que en los aspectos relacionados con el desarrollo y el aprendizaje se
tiende a disculpar al niño de sus obligaciones, en un intento por recompensar
las limitaciones de la enfermedad.
Esta actitud de los padres es comprensible, ya que en una situación de enfermedad
es difícil encontrar el punto intermedio que favorezca el cuidado y la seguridad al
mismo tiempo que un crecimiento normalizado. Sin embargo, al contrario de lo que
pudiera parecer, estos comportamientos no favorecen al niño.
Para un desarrollo óptimo, es necesario que los niños experimenten, que descubran
tanto la excitación del éxito como la amargura del fracaso. Deben aprender a
sacar sus propias conclusiones, a valorar los riesgos o a medir su esfuerzo; de lo
contrario, su autonomía quedará cada vez más lejos de la de otros niños de su
edad. Darles la solución a todo, ponérselo fácil, es una actitud que a la larga va
a resultar contraproducente. Del mismo modo, no hacerles responsables de las
consecuencias de sus actos o disculparles de sus obligaciones, tanto académicas
como dentro del hogar, impide que maduren adecuadamente y les aparta de una
realidad que, para bien o para mal, es la suya.
Para evitar estos desajustes es necesario que los padres apuesten por un
estilo educativo más equilibrado, que permita a los niños adquirir las habilidades
necesarias para aumentar su autonomía a la vez que se responsabilizan de las
consecuencias de sus comportamientos.
Cuanto mayor ajuste tenga el niño a su situación de enfermedad, menos
dificultades tendrá en las actividades básicas de la vida diaria. Con frecuencia, el
ajuste depende más de la comprensión psicológicamente sana de la enfermedad
y de tener éxito en la adaptación al entorno que de la gravedad de la propia
enfermedad. Por este motivo, mejorar los hábitos de alimentación no solo va a
depender de la aplicación de estrategias que mejoren la actitud del niño, sino
también de un cambio en la forma en la que los padres y los niños se relacionan
con la enfermedad. A continuación se mencionan algunas claves importantes
para favorecer el ajuste del niño:
Discriminar entre loqueespeligrosoparael niñoy los comportamientos
que responden más a la propia ansiedad.
Con frecuencia los padres
suelen confundir estos dos aspectos limitando al niño más por sus
temores que por una razón educativa clara y consistente. Por ello,
es importante que los padres favorezcan la interacción del niño con
su entorno (por ejemplo, personas, actividades, juegos) todo lo que la
enfermedad permita, ajustando los riesgos a la situación concreta
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