¡TODOS A COMER!
La mayoría de los bebés están preparados para comenzar a experimentar con
los alimentos sólidos alrededor de los seis meses de edad. Ya pueden sentarse
por sí mismos y pueden coger algunas cosas con sus manos para llevárselas a
la boca. En esta fase apenas comen sólidos, solo experimentan y practican. Su
nutrición está basada en la lactancia materna o de fórmula.
Los padres de los bebés prematuros (menos de 37 semanas de gestación), o de
los que tengan alguna enfermedad o trastorno que pueda afectar su capacidad
para manejar comida con seguridad o para digerir algún tipo de alimentos, deben
consultar con su pediatra sobre el momento más apropiado para la introducción
de los sólidos y sobre la idoneidad o no de usar la alimentación complementaria
a demanda como método exclusivo
Cuando se lee ampliamente sobre este método podremos encontrar respuestas
a dudas tan frecuentes como:
¿La lactancia se sigue manteniendo a demanda? ¿Cuándo empiezo?
¿El niño realmente puede guiar este proceso? ¿No se ahogará?
¿Comerá lo suficiente para estar bien nutrido?
¿Qué comidas puedo ofrecerle? ¿Qué alimentos debo evitar?
No esconder sabores.
Está aprendiendo a conocer el sabor real y debe conocer
cada sabor junto con la imagen del alimento. Por ejemplo, se puede jugar a
enseñar al niño las diferentes formas de presentación de una naranja (en zumo,
en gajos, entera y con piel, etc.) y permitirle que experimente con el alimento y
todos sus sistemas sensoriales (vista, tacto, olfato, gusto, oído, propiocepción).
En este momento de exploración y aprendizaje debemos ser muy tolerantes y
flexibles con el manchado del niño y de espacio que le rodea.
Poco a poco mezclar nuevos sabores o texturas con algo que ya conoce.
En
el plato se puede combinar el arroz que suele comer con unos pocos guisantes.
Tener paciencia y
esperar unos días antes de introducir alguna novedad.
Los
niños suelen necesitar una media de probar unas 10-15 veces un nuevo sabor
hasta acostumbrarse a él y aceptarlo. Si después de estas pruebas el niño
sigue rechazando un alimento, aceptar que todos tenemos preferencias y que
si no toma un alimento determinado pero sí toma otros de la misma familia no
debemos preocuparnos (por ejemplo, si el niño no quiere leche para desayunar
pero toma sin problema yogures en la merienda no debemos presionarle, tal vez
le guste desayunar cosas saladas y no dulces).
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